Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Emiliano, Chaquetas (I)

28/09/2022

A Emiliano, Chaquetas, le dio por hacer de cuerpo cada mañana, antes de venir el día, en un pequeño solar que tenía Martín, el Joyero, a espaldas de la calle Cruzados de la Eucaristía, junto al garaje viejo de Grúas Lobo. Se conoce que el hombre aliviaba mejor el vientre al aire libre y tenía aquello lleno de montoncitos de cagadas muy ordenadas en filas sucesivas. Martín, el Joyero, era un poco melindre y cuando lo descubrió puso el grito en el cielo y empezó a obsesionarse con el asunto.
Dejó una nota, clavada con chinchetas en un palo, en la que se podía leer en letras mayúsculas muy bien rotuladas: «¡Guarro! Le voy a denunciar a la Policía Municipal. ¿No tiene wáter en su casa? El dueño».
Tuvo respuesta cuando se pasó por el solar a mediodía. Su mensaje yacía arrugado encima de un pastel de doble ración con muestras inequívocas de haber servido para limpiarse, salva sea la parte, y lo reemplazaba otro de hoja de calendario en que rezaba con trazo torpe: «Sí, tengo bater, gracias a dios. Pero no me ago. El que caga».
Martín, el Joyero, ni corto ni perezoso, agarró las notas, la sucia por un pico, y se presentó en la comisaría hecho un basilisco a explicar el agravio y presentar denuncia. El cabo de los municipales aguantó la risa a duras penas, no quiso desplegar el billete manuscrito con los restos del delito, aunque el Joyero insistía con vehemencia por el tema de la ofensa al cuerpo y el cabo le vino a decir, con buenas palabras, que tenían cosas más importantes que hacer que descubrir a quienes defecaban por los solares -debían ser legión en Talavera- y que lo mejor que podía hacer era cerrar a cal y canto el terreno de marras.
Como el orfebre finolis no quería gastarse los cuartos en el cerramiento de la finca, optó por seguir manteniendo la correspondencia con el interfecto y así, por vía epistolar, coaccionarle a abandonar sus malas costumbres: «¡Guarro! ¡Cómo se va a hacer si depone todos los días en mi propiedad! Pruebe en el inodoro y ya verá cómo se acostumbra. He dado cuenta a la Autoridad. Le van a vigilar, si no desiste, le pillarán y pagará una multa considerable por no respetar la propiedad ajena. El dueño».