Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


Libros de invierno

03/01/2020

Terminé el año con Alfonso VI, rey de León, en la playa de Tarifa, leyendo el magnífico trabajo que le dedicó Gonzalo Martínez Díaz. «Éste es el límite de Al-Ándalus, yo lo he pisado». Remato a Josep Pla, Las ciudades del mar, y comienzo con Guzel Yajiná, su Zuleijá, abre los ojos, una novela rusa que promete, con el espacio y el tempo de las clásicas. Guardo para cuando levante la niebla  un par de libros de poesía (Antonio San Miguel y González Iglesias). Y ya está sobre la mesa Cicerón y sus Disputaciones Tusculanas. Y lo que vaya saliendo. Depende de como venga el invierno. Tengo la costumbre de cerrar el año con libros. Y empezarlo con más, como impulso para lo que tiene que venir.
Tengo dejada de lado la actualidad, local, regional y nacional. La actualidad política. Me interesan cómo están funcionando las nubes y ríos, si la despensa de borrascas de Terranova comienza a lanzarlas al Atlántico. Sigo el flujo de las grullas, de los buitres negros cruzando el Estrecho de Gibraltar, saltando el Sahara y llegando a los territorios inmensos y lejanos del Senegal y Níger, de donde partió hace casi mil años Texufin para detener a Alfonso VI en Zalaca. Todo gira y todo vuelve. O quizá todo se desarrolle en círculos u órbitas perfectamente definidas pero que aún desconocemos.
Es un ejercicio interesante poner en paralelo la situación de la España –o lo que fuese– de principios del pasado milenio, con la España de hoy. Creo que tiene más que ver de lo que pueda parecer. Alfonso VI unificando y anexionando, ya sea el reino de Toledo, La Rioja, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa; acorralando a las taifas, dando libertad al Cid, llegando a los pies de Granada y metiendo su caballo en el mar de Tarifa. Me quedo con la frontera del Duero y del Tajo que tantas veces he recorrido, con los castillos ya en gran parte desventrados, poblados desiertos y ese espacio hoy tan incierto como antes de la raya de Uclés, Oreja, Huete, Zorita... España siempre ha sido un oleaje.
De la actualidad entiendo que habrá gobierno, que se salvarán –al menos en apariencia– algunos muebles. Las apariencias volverán a engañar. Pero ese es el juego. Los de siempre volverán a ganar, y son ya muchos años. Los españoles hace tiempo que dejamos de ser iguales ante la ley y ante los presupuestos. Se han configurado las dos Españas novísimas, y los de ésta pintamos muy poco. Territorios cada vez con más rentas, que pelean por ellas, que tienen a sus representantes. Y territorios cada vez más pobres, expoliados, y que seguimos echados en brazos de estructuras políticas endogámicas. Algo falla, pero todo es cuestión de tiempo. De momento, a la espera de que caiga la niebla, toca un paseo por la Unión Soviética. Siempre los libros.