Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


La otra memoria histórica

09/12/2021

No podemos perder más tiempo: el pasaporte covid, la vacunación debe ser obligatoria para todos los trabajadores de la sanidad, de residencias de mayores o de discapacitados, así como para aquellos colectivos que están en contacto directo con personas. Basta de miramientos. No es de recibo que te exijan en algunas comunidades ese certificado para entrar en un bar y no te lo pidan cuando acudes a visitar a una persona vulnerable. Los derechos de los presuntos negacionistas chocan con los de aquellos que han estado sometidos a crueles reglas de aislamiento y ahora, tras pasar muchos de ellos la covid, han recibido, sin rechistar, tres dosis de vacuna. Más la de la gripe. Ellos no pueden volver a padecer ni a morir por culpa de insensatos que no creen en la ciencia y muestran una nula empatía con sus semejantes.
Y es que los mayores que fallecieron solos, en las residencias, en sus hogares o en hospitales durante la pandemia, constituyen la otra memoria histórica de nuestro país. La más reciente. La más inhumana. Es una tragedia que es preciso analizar, que estamos en la obligación de investigar, para desentrañar los motivos que provocaron un sufrimiento vano, en lugar de una dulce despedida.
En concreto, en Castilla-La Mancha, más de 3.000 personas han muerto en geriátricos durante los últimos veinte meses. Sin una caricia de sus familiares, sin ese 'te quiero' que se repite tras cada visita. La administración ha sido fría, incluso en los últimos instantes de la vida, y eso difícilmente lo olvidarán quienes han tenido la desgracia de perder un ser querido durante la maldita pandemia. Ha sido la vacunación la que propiciado la posibilidad de acabar con esos encierros injustificados, con esos feroces aislamientos, que han originado hondas heridas que nunca cicatrizarán en los cuerpos y en las mentes de nuestros mayores.  Y nada nos asegura que no vuelvan los tiempos oscuros, dado el cariz que está tomando este virus que nos destroza.
Mientras, la administración de Castilla-La Mancha, que es la que conozco, nada ha avanzado para corregir errores, para cambiar el modelo de residencias, que se ha visto que no era el adecuado a tenor de las cifras de víctimas. Datos vergonzosos que, en esta tierra, no provocaron ni una sola dimisión. Es más, el presidente Page optó por 'premiar' a la consejera del ramo, convirtiéndola en senadora, para que no dejara de cobrar un suculento sueldo. Otra, de cuyo nombre no quiero acordarme, usó su puesto de directora de residencia como plataforma para conseguir su carguito político. Práctica indecente.
No se ha buscado en este periodo, va para dos años insisto, un modelo de residencia que se fije en el cuidado, que contemple la transparencia y la información a los familiares, incluida su representación en los órganos de dirección, en los que también deben tener voz y opinión los residentes que tienen capacidad para discernir y decidir sobre su futuro. No podemos seguir considerando las residencias como un aparcamiento de mayores o dependientes. Hay que proporcionarles terapias y cuidados médicos, sí, pero también actividades lúdicas, de ocio, cuidar su corazón y su alma para que su vida no se convierta en una cuenta atrás tan fallida como inevitable. Ellos merecen todo. Gobierno y oposición tienen una dolorosa deuda que saldar. Nosotros, la obligación de exigirlo.