Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


A los 75

30/09/2021

Yo, a los 75 años, espero vivir tranquila, disfrutar de algún que otro viaje, echar un bailecito y, por qué no, asomarme cada día a la ventana mirando al mar. Eso, claro, si los achaques me lo permiten, que las mujeres de mi generación vamos cargadas con una mochila de preocupaciones, retos y estrés, que ha hecho mella en nuestra salud y que nos condena, no sé por qué me da, a una vejez más urgente que la de nuestras madres, que vivieron una guerra, disfrutaron de los primeros programas de la bendita televisión o se dedicaron en cuerpo y alma al cuidado de su familia y a distribuir con contabilidad impecable el escaso sueldo que el marido llevaba al hogar cada mes.

Porque, sí, las mujeres hemos avanzado en derechos en las últimas décadas, pero también en obligaciones. En exigencias. Nos hemos convertido en esclavas de estereotipos, en sumisas ante la idea de brillar como madres estupendas, trabajadoras sin horarios y cuidadoras de nuestros mayores. Y eso ya nos pasa factura. Así pues, cuando llegue el momento de jubilarme, intentaré olvidar aquellos periodos de obligado desempleo, de desventuras para pagar la hipoteca o de malabares para echarme a las espaldas el peso de la familia.

Todo esto me ha venido a la cabeza tras leer las reflexiones del ministro de Seguridad Social, quien, ni corto ni perezoso, ha afirmado que es necesario un cambio cultural en España para que trabajemos más entre los 55 y los 75 años. Debe ser que este señor, natural de Albacete, por cierto, no pisa mucho la calle ni tiene amigos en ese tramo de edad que se hayan encontrado con el panorama de quedar en paro después de los 45 años y salir adelante, a trancas y barrancas, a base de precarios planes de empleo que muchas veces se convocan como un maná temporal para aquellos que, por designios a veces torticeros, resultan elegidos.

No, señor ministro, los que hemos cumplido los 50 no es que no queramos trabajar, es que tenemos menos oportunidades aún que los jóvenes, por cierto un colectivo que en nuestro país está siendo maltratado con una de las tasas de paro más alta de la Unión Europea. Escrivá, usted no sabe lo que supone hacer filigranas para vivir con 426 euros al mes y sin oportunidades laborales para mostrar lo aprendido gracias a décadas de experiencia. Quedar en el desempleo en España pasado los 45 es una humillante condena, que puedes aliviar con cursos de igualdad, prevención de riesgos laborales o alguna que otra gaita que no te da de comer. Si no, te haces autónomo y que sea lo que Dios quiera. Pagas, te endeudas y veremos si tienes derecho a algún subsidio.

¿Y qué decir de esas profesiones que suponen ingentes esfuerzos físicos, como cuidadores, limpiadores o albañiles, entre otras? ¿Esos colectivos también tendrán que trabajar hasta los 75, mientras se han permitido que en bancos  y otros entes públicos se aprueben jubilaciones a los 50 años? ¿De qué está usted hablando? Entiendo que desde un coche oficial dé pereza incluso asomarse por la ventana, pero no podemos seguir impasibles ante tanta indecencia. Queremos trabajar, pero no para mantener sus privilegios y los de su clase. Usted y los suyos están ahí para asegurarnos una vejez tranquila. Y, a los 65, no a los 75, unas vacaciones en Benidorm. Por ejemplo.