Bienvenido Maquedano

La espada de madera

Bienvenido Maquedano


Final de etapa

04/08/2020

Hoy escribo porque es sábado por la noche y sé que el domingo no amanecerá si no lo hago. Hoy escribo porque me resisto a la evidencia de que hemos dejado de existir, como la cabeza guillotinada que le da vueltas a un último pensamiento dentro del cesto. El martes pasado la librera me deslizó la esquela bajo la mampara. La Tribuna deja de publicarse en agosto. Dos tercios de la plantilla y más de veinte años de vida al garete. Adiós, jefes de redacción, jefes de sección, redactores, maquetadores y repartidores; adiós, compañeros de desayuno con papel crujiente y tinta fresca. Nos desvanecemos como un espejismo, licuados por el calor estival, incinerados en una pira hecha con los ejemplares viejos de julio y con los recortes que un día fueron actualidad y ya parecen cosa de asirios y egipcios.

Nos han matado los tiempos: el tiempo inmediato del coronavirus, el tiempo corto de lo digital, el tiempo largo del desinterés por la lectura reposada. Al principio de escribir en el periódico tenía la costumbre de colgar mi artículo en un blog personal. Luego lo pensé mejor y dejé de hacerlo. Quería un esfuerzo por parte del lector, una complicidad hacia quienes elaboraban el periódico que me daba cobijo. Un like no da de comer, sólo es un golpe de un dedo sobre una tecla. Era cuando la opinión no estaba disponible en abierto en la web. Es un valor añadido para el periódico, me decían.

Una noche, hablando con un grupo de amigos, salió el tema. ¿Ya no pasas tu columna? Sí, cada martes se puede leer en el periódico. Entonces no nos merece la pena, dijeron con franqueza. Un euro y medio era un coste excesivo, y bajar al bar de al lado de casa un trabajo sobrehumano. ¿Y cómo creéis que se va a mantener el diario si nadie lo compra? Con la publicidad, claro. Con las subvenciones públicas, claro. Vendiéndolo con La Razón, claro. Recortando gastos, claro. Todos esos claros se fueron oscureciendo hasta que se nos ha hecho de noche. El diario impreso ha muerto en agosto con la promesa a los creyentes de una resurrección en septiembre transfigurado en semanario gratuito. No creo que mis perezosos amigos acudan a ningún punto de reparto para recoger su ejemplar. ¿Quién quiere noticias de semana en semana si cien medios regalan en Internet un listado de titulares inmediatos a cambio de una bolsa de cookies? A fin de cuentas, más de cien palabras seguidas son costosas de leer, son cosa de otro tiempo, como el trabajo de calidad, el cuidado de la ortografía y la gramática, el orden del sujeto-verbo-predicado, el contraste de las fuentes de información, los reportajes de fondo. Se acabó esa época de papel que a algunos exigentes cascarrabias nos hizo tan felices y que no ha encontrado hueco en la nueva normalidad.