Aprovecho este último artículo antes de las vacaciones de verano para recomendarles algo con lo que disfrutar estos días, quizá en el coche, de camino al pueblo o la playa. No es un libro, ni una película, sino un podcast, género que francamente nunca había logrado engancharme del todo hasta que empezó a practicarlo Álvaro de Cózar. Si no lo tienen en el radar, deberían corregirlo cuanto antes.
Cuando escuché en lo que andaba estaba vez torcí el gesto. ¿Un podcast de 10 capítulos sobre Juan Carlos I? ¿Y que va a contar que no se sepa? ¿No se le ocurría un tema más original? Estaba en Spotify y no me costaba nada darle al play. Lo empecé volviendo de Guadalajara a Madrid en el coche y acabé quedándome un rato fuera del parking para terminar el quinto capítulo con calma. Descubrí cosas sobre el emérito que no sabía, admiré la capacidad de Cózar para rascar información nueva en una mina agotada y me quedé fascinado con la primera narración panorámica, bien hilada y equilibrada sobre el personaje clave de nuestra historia reciente.
El documental sonoro se llama X-Rey y logra humanizar al Rey porque lo desnuda, te acerca a su alma porque no es complaciente, porque no es prejuicioso pero tampoco se deja nada. Pone a la persona por delante del símbolo. En el fondo creo que hace mucho más por la Monarquía que décadas y décadas de periodismo vasallo y pelota. Lo dice el propio Cózar en un momento dado: que una de las ventajas de la Corona británica es que ha sido despiadadamente despellejada desde siempre. Un deporte nacional sublimado en los tabloides que, paradójicamente, ha generado millones de anticuerpos contra el republicanismo. Hablar de tapujos y con compulsión de la casa real era quizá la mejor vacuna. Aunque quizá ya sea tarde para inocularla.