Jorge Jaramillo

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Jorge Jaramillo


Los ‘brotes verdes’ de Wojciechowski

23/11/2020

Los ganaderos de vacuno de carne de la región encienden las alarmas. La pandemia ha paralizado o invertido la creciente proyección comercial que venían experimentando en el mercado nacional y exterior, gracias a la demanda internacional de animales vivos hacia los países árabes, por el descenso en el consumo. Así las cosas, han comenzado a reducir la carga de animales en los cebaderos porque no soportan más pérdidas que Asoprovac cuantifica en más de 100 millones de euros.
 El primer frenazo lo registraron en primavera con el confinamiento general de la población, la suspensión de fiestas populares y eventos familiares ante el cierre de restaurantes, bares y empresas de catering, lo que obligó a abrir congeladores por no encontrar salida a las piezas más nobles, las de mayor valor que ahora, -dice el comisario de Agricultura- estarían encajando en el comercio minorista a través de la distribución.
Como si divisara aquellos brotes verdes, el diagnóstico del máximo responsable comunitario de Agricultura, Januzs Wojciechowski, ha dejado perplejos a algunos ministros tras celebrar por videoconferencia, el encuentro mensual del Consejo, y decir que «la situación no es tan dramática» como en la primera ola del coronavirus por el cierre de las fronteras. En dicha conexión, Luis Planas exigió reactivar medidas y ayudas para esta cabaña, así como para otras producciones afectadas como el vino.
Respecto a las carnes bovinas, Wojciechowski dijo literalmente que «hay señales positivas». No mencionó sin embargo los precios ruinosos en origen que dicen acumular los productores al tiempo que aumentan cada mes el peso y el gasto de sus animales.
Respecto al segmento vitivinícola, reconoció que siendo la situación ‘precaria’ igual no queda otra que prorrogar otro año más las ayudas de destilación o almacenamiento con carácter retroactivo al 16 de octubre.
En definitiva, Bruselas propone esperar a ‘Papá Nöel’ o quien sabe si a los Reyes, como si necesitara ver con más nitidez la catástrofe que varios países como el nuestro, además de Francia, Croacia, Hungría, Letonia, Irlanda y Polonia vienen advirtiendo desde septiembre. Y todo, mientras el productor pide auxilio desde la explotación, se empeña con más créditos, quita animales para aminorar el riesgo, o espera el rescate que solo el consumidor puede protagonizar a tan corto plazo en unas Navidades tan imprevisibles.
Por si no fuera suficiente, se avecina otro tsunami con el porcino por los graves problemas que tiene Alemania con la peste (PPA) y por el contagio de la Covid en las plantillas de los grandes mataderos que impide agilizar las matanzas. La presión de los animales que siguen aguardando el sacrificio se nota ya en las lonjas como advierten asociaciones como Anprogapor que auguran un final de año inquietante por el exceso de oferta que obligará a abrir los arcones.
El Ministerio de Agricultura, por su parte, dice sin ambages que «la situación es muy preocupante» y confía en que haya una respuesta en los próximos días mientras la Comisión Europea sigue echando números. Nadie sabe por cuánto tiempo para hacer frente a un escenario que, según Wojciechowski, «es más gestionable» que en la primera ola de la pandemia.