Enrique Belda

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Enrique Belda


LGTBI: discriminaciones añadidas

30/06/2020

En estos días volvemos como sociedad la vista, con más atención y pausa, al colectivo LGTBI, que parece un grupo social suficientemente atendido por los medios de comunicación, pero ello no siempre significa que se refleje tal presencia social en soluciones para las discriminaciones reales que cada persona sigue sufriendo. Otros años nos hemos centrado en el abismo existente entre la convivencia del grupo en sociedades del primer mundo, y su persecución, en ocasiones hasta oficializada, en países subdesarrollados.
Hoy quisiera llamar su sensibilidad sobre dos circunstancias que sí afectan totalmente a España, y que agraven el riesgo de discriminación dentro del amplio grupo definido por las cinco siglas. En primer término, como sucede con otras pretericiones sociales como la raza o el credo religioso, las personas LGTBI de menos recursos son objeto de mayor presión e incomprensión de su entorno. La aporofobia marida perfectamente con el rechazo social por tendencia sexual y afectiva para hacer la vida imposible a quienes desarrollan su personalidad en entornos económicos de bajo nivel. Por arte de magia la mayoría de los problemas desaparecen socialmente para quienes están bien situados. Como en tantos casos, el dinero, abre las mentes más cerriles a la tolerancia: esa hipocresía social es antigua. En segundo término, la discriminación múltiple y más abrasiva surge en las minorías del colectivo: más dramático que pertenecer a una minoría social es ser, encima, minoría dentro de ella.
Así, las personas transexuales, numéricamente menores (por ejemplo, respecto a los homosexuales) en el frente público creado para dotar de fortaleza reivindicativa y de visibilidad al colectivo en su conjunto, tienen que superar todavía más trabas para lograr aceptación y respeto. El día que las categorías y las clasificaciones, puestas al servicio de la economía y del encuadramiento para mentes con poca capacidad de abstracción, den paso a ver en cada ser humano lo que solo es, una persona, se superarán tantos prejuicios necios. La defensa de la opción sexual y afectiva es un compromiso con los derechos humanos y nunca un ataque a religión o moral alguna: si alguien utiliza la defensa del colectivo LGTBI para socavar cualquiera de las religiones tradicionales, estaremos ante otro problema, pero mientras, lo que nos corresponde como sociedad es reconocer los ámbitos de libertad del prójimo, más cuando no nos dañan ni a nosotros ni a nadie.