Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Prohibido…en el césped

06/08/2019

Otra vez a vueltas con los títulos de las columnas. Si hubiera escrito la palabra que corresponde a la de hoy habría sido feo y antiestético; nadie se va a asustar de una palabra que está en el diccionario por desagradable que sea, es más bien que me surge a mí un cierto pudor, seguramente resquicio de algún viejo recato a la hora de escribir en un periódico. Lo que quiero decir es que en algunos casos y en ciertos sitios, Talavera sin ir más lejos, habría que cambiar el clásico letrero de prohibido pisar el césped por otro que diga prohibido ca… y me… en el césped. Saben que los puntos suspensivos son un viejo recurso de periodistas y escritores para sugerir lo que no quieren escribir con todas las letras y es que las escasas parcelas de césped que hay en los jardines de la ciudad se ven abrasadas por las meadas y las cagadas de los perros sin piedad ni medida, algo abusivo, desmedido, sin límite. Da envidia ver en películas extranjeras que cuando a los actores les apetece permanecen en el césped, se sientan en él y ¡hasta se tumban! Tal cosa sería impensable en el césped de Talavera a riesgo de salir de la hierba con la ropa húmeda u olorosa por los orines mascoteros  o con algún ‘regalo’ canino pegado en los pantalones. Quien me conoce sabe que soy un amante de los animales en general y de las mascotas en particular, por lo tanto no me refiero a los pobres animales, los responsables de los horrores que describo, los  culpables son los dueños que cada vez que ven una parcela de césped se figuran un retrete canino a propósito para llevar allí al animalito a que haga sus necesidades. Ignoro la razón, pero así es, tal vez lo hagan para ahorrarse recoger las deposiciones de su can, dejándolas allí sin recoger con lo que el delito es doblemente repugnante. Lo cierto es que en esta tierra seca y antipática cuesta mucho esfuerzo sembrar una parcela de terreno para que aparezca verde y fresca para que algunos desalmados (¿guarros desalmados?) pongan a sus animalitos a hacer sus necesidades allí. Ya he escrito de nuestra falta de cariño por lo nuestro, de lo poco que nos queremos, de la nada que nos importa vivir en una ciudad confortable y bla, bla, bla, pero es hora de pasar a la acción, de pedir a las autoridades, alcaldesa, que actúen de una vez de otra manera, no podemos quejarnos si la escultura de Bahamontes aparece hecha pedazos o si las paredes y la cerámica de la Ermita se llenan de asquerosas pintadas.