Los costureros de un sueño

Sergio Miguel Hernández
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Gonzalo Hurtado conquistó como entrenador el único ascenso a Segunda del CD Toledo. Emiliano Carballo se ocupó de construir una plantilla que no notó los saltos de categoría

Los costureros de un sueño - Foto: Javier Pozo

Emiliano Carballo y Gonzalo Hurtado tejieron el sueño que ha abrigado las ilusiones de todos los aficionados del CD Toledo durante las dos últimas décadas. Cualquier seguidor verde recuerda con nostalgia aquellos años en los que se era feliz de verdad, con el equipo compitiendo en la Segunda División de la Liga de Fútbol Profesional gracias a las gestas que domingo tras domingo hilvanaban hombres como Marina, Dani, Pardina, Paniagua, Lolo, Villalvilla… Pero dos hombres se encargaron de confeccionar ese efímero tapiz que permanece en la memoria de los hinchas de verdad. Un presidente ambicioso y un técnico impecable.

Ambos reconocen que el recuerdo sigue vivo en ellos y se sorprenden cuando echan cuentas y toman conciencia de que han pasado exactamente veinte años de aquel ascenso a Segunda. De hecho, Gonzalo Hurtado admite que «no parece que haya pasado tanto tiempo, porque fueron momentos tan bonitos que siempre los tienes presentes y los vives cada día». Algo similar le sucede al ex máximo mandatario capitalino, quien confiesa con cierto toque de melancolía que «a mí me parece que sucedió hace un mes por el cariño de la gente y, de cuando en cuando, me pongo alguno de los partidos en video porque la mayoría los tengo grabados».

Si les toca ponerse en su propia piel de aquella mágica temporada 1992/93, ninguno se atreve a reconocer abiertamente que esperaban el ascenso de categoría. Hurtado sí admite que «fue una sorpresa para todos, aunque algo menos para nosotros porque teníamos muy buen equipo». En cuanto al momento en el que empezaron a creer en la opción de materializar el salto de categoría, el entrenador señala que «cuando ganamos al Sant Andreu nos dio alas, así como la remontada en Vitoria, después de ir perdiendo 2-0 hasta el 2-3».

Sin duda, tanto Carballo como Hurtado consideran que la clave estuvo en el formidable grupo de futbolistas que inició la proeza de escalar desde Tercera hasta Segunda División de forma consecutiva. Unos jugadores a los que el preparador que los tuvo a sus órdenes no duda en calificar como «de superior categoría, por eso no se notaban los saltos».

Eran hombres procedentes de equipos profesionales y cuya valía deportiva estaba fuera de duda. Aunque bien es cierto que por alguno hubo que realizar notables esfuerzos, como indica Carballo al recordar que «para contratar a Pardina hicieron falta cuatro millones de pesetas en aquella época».

Importantes desembolsos en figuras que, no obstante, no impidieron su rápido ensamblaje, puesto que Hurtado entiende que «resulta imposible destacar a alguno de ellos por encima del resto porque lo importante era el bloque». Y eso que jugaban allí un internacional como Marina, un portero de Primera como Villalvilla o un delantero goleador como Paniagua, al que recuerda que «se le criticaba en Toledo mucho, pero nosotros le sacamos un extraordinario rendimiento y acabó marchándose al Compostela».

La talla de ese equipo no bastó para considerarlo como un candidato indiscutible a superar la liguilla de ascenso a Segunda, puesto que «éramos para el resto una cenicienta» contra el Sant Andreu, el Jaén o el poderoso Alavés. De hecho, en la visita a Mendizorroza, el propio Carballo reconoce que «en el hotel había un señor que quería hablar con el presidente y me dijo que podíamos ganar ese partido pagando una cantidad a los árbitros; me citó en un parque y dije que no, que en ese juego no entro, por lo que me respondió que íbamos a perder allí».

Algo similar le sucedió a Hurtado, quien confiesa que «se dirigieron a mí preguntándome cuánto queríamos por ganar, o cuánto queríamos por perder; respondí que no queríamos nada y acabaron diciéndome que el Alavés estaba interesado en mí para la siguiente temporada, pero les dije que cuando acabara el ‘play off’ me llamaran».

Curiosamente, ese encuentro se convirtió en un punto de inflexión para creer en la hazaña de subir. Después de ir perdiendo 2-0 «con el campo a tope desde una hora antes», como recuerda Hurtado, «decidí quitar a Cano y meter a Marina, quien marcó de cabeza; Paniagua empató a dos y Pedrete marcó el tercero». Carballo apunta entonces que «fue curioso, porque el chiquitito se marchó solo desde el centro del campo».

Desde entonces, el final de los ‘play off’ se convirtió en una constante carrera de obstáculos, pero Carballo asegura que «había que solucionar los problemas que surgieran, como cuando recogimos Pablo Enamorado y yo el agua del césped con cubos».

Otro fue la sanción a Dani de cara al partido definitivo, en casa ante el Jaén, que obligó a Hurtado a «darle vueltas a la cabeza para ver qué podíamos hacer», algo a lo que se volvieron a sumar las suspicacias de «si alguien estaba tocado» por las odiosas primas. Nada más lejos de la realidad, ese choque resultó un duelo plácido para los verdes, que materializaron en casa el ansiado ascenso.

El sueño siguió avivándose un año más. El primero en Segunda División. El CD Toledo se volvió a reforzar con fichajes puntuales pero de notable calidad, porque «todo el mundo quería venir aquí, ya que el club estaba al alza», como refrenda Hurtado. De hecho, se llegó a jugar la promoción y rozar con la yema de los dedos la máxima categoría, en una escalada de Tercera a Primera que «nadie había conseguido». Sin embargo, la magia murió en Valladolid, con miles de seguidores verdes en las gradas de Zorrilla presenciando el nefasto arbitraje de Brito Arceo, del que todavía no se olvida Carballo: «Un presidente me dijo después que por 25 millones nos hicieron la faena».

Con todo, el equipo militó varias campañas en Segunda y la lástima fue que, tras perder la categoría, no se ha vuelto a recuperar. Tal vez por ello, los costureros de aquel sueño que todavía pervive en la memoria colectiva de los hinchas verdes le desean lo mejor en el futuro a un club al que esperan ver «lo más arriba posible». En las últimas campañas, no ha quedado más remedio que acostumbrarse a vivir alegrías y decepciones a partes iguales, pero nadie le puede negar al CD Toledo que tiene una historia. Unos años bordados con letras de oro y que merecen ser recordados con la misma nostalgia con la que Carballo rememora unos tiempos en los que, «en definitiva, fuimos felices».