Dolman de gala del Regimiento de Húsares de la Princesa

Ainhoa López de Lacuesta
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Esta prenda, perteneciente a un coronel del Regimiento de Húsares de la Princesa María Isabel Luisa, permite apreciar la influencia de los uniformes militares en la indumentaria femenina tanto en tiempos pasados como en la actualidad

Dolman de gala del Regimiento de Húsares de la Princesa

En los escaparates de las tiendas de moda pueden verse hoy en día prendas claramente inspiradas en piezas como este dolman, conservado en los almacenes del Museo del Ejército, y que demuestra cómo la indumentaria militar ha influido, ahora y en el pasado, en la moda femenina.

Especialmente vistosos, y adecuados por lo tanto para su traslación al universo femenino, resultan los uniformes de Caballería, y en particular los de los húsares, que tienen su origen en Hungría, desde donde se extenderán a otros países europeos, entre ellos España. Los húsares lucían llamativas prendas de cabeza, junto con pellizas y guerreras lujosamente adornadas.

Nuestro dolman, prenda que se vestía bajo la pelliza, corresponde al regimiento español de Húsares de la Princesa María Isabel Luisa, creado en marzo de 1833 en honor de la heredera del trono y futura reina Isabel II. En origen, su misión era dar escolta a la heredera, lo que explica que debiera estar brillantemente uniformado. Se eligió el color predilecto de la Reina Madre, María Cristina de Borbón, un tono de azul celeste conocido desde entonces como “azul cristina”. Como señalaba el conservador de museos Florencio Janer en un artículo publicado en 1875 en El Museo Español de Antigüedades, al hablar de los factores políticos en el empleo de determinados colores, (…) en tiempos bien recientes se puso de moda en nuestra España el color azul, dándose el nombre de azul-cristina a cierto tono de este color cuando vino y gobernó en esta nación una princesa extranjera de aquel nombre, y trajes, muebles, adornos, se veían sometidos a la influencia política.

Las circunstancias históricas hicieron que esta unidad, que hubiera podido ser un elegante regimiento de parada, desempeñase un destacado papel militar, tomando parte en la primera guerra carlista, desencadenada en ese mismo año de 1833 por la disputa entre los derechos de la princesa y los de su tío Carlos, que también reclamaba el trono. Tras el fin de la guerra el regimiento se disolvió, reapareciendo en 1855. Volvió a primera línea en 1859 durante la primera guerra de África,  y participó también en la segunda, conocida como la guerra del Rif, a partir de 1909.

A esa época de principios del siglo XX pertenece nuestra pieza, que forma parte del uniforme de gala de los jefes y oficiales del Regimiento de Húsares de la Princesa recogido en el Reglamento de Uniformidad del Arma de Caballería de 24 de agosto de 1909.

Conforme al reglamento, el dolman será de paño azul celeste, con el cuello y las bocamangas del mismo color, con tres hileras de nueve botones cada una, éstos de metal dorado, de los llamados de ‘cabeza de turco’. Esta denominación corresponde a los botones de forma semiesférica, que en este caso llevan grabadas las iniciales “MYL”, por el nombre completo de Isabel II, bajo una corona principesca. La normativa dice que la cordonadura será de oro, como igualmente toda la trencilla de la prenda, que cubrirá las costuras de la espalda formando un lazo entre los dos botones del talle. En la descripción se emplea el término francés soutache, que consiste en un trenzado decorativo plano y estrecho, a modo de galón, y cuyo nombre procede del húngaro sujtás, lo que nos remite de nuevo a la magnificencia de los uniformes militares de Hungría. Esta técnica, empleada no sólo para embellecer sino también para ocultar las costuras, ya se empleaba en Francia desde mediados del siglo XVIII. El empleo de hilos metálicos, junto a las tres estrellas de coronel bordadas en oro en las bocamangas, distingue esta prenda de las de tropa, en las que la cordonadura y las trencillas eran de pelo de cabra en amarillo.

Años después, con la disolución del Instituto de Húsares en 1931, el regimiento volvió a desaparecer, pero en el museo nos quedan las huellas de su existencia.