El retrato como biografía en los pinceles de Asunción Amat

María López Pérez
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El retrato de Bartolomé Amat Bonifaz (1786-1850), militar, Mariscal de Campo de Ingenieros, político y escritor, es reflejo de como algunas mujeres de su tiempo dieron un paso para entrar en la esfera del autor, un espacio mayoritariamente masculino

El retrato como biografía en los pinceles de Asunción Amat - Foto: E.MonteroHernan

Acercarse a las colecciones del Museo del Ejercito es acercarse a la historia de España. Cada pieza capta un momento, un episodio mostrado a través de sus protagonistas. Dentro de esta narración el retrato, individual o colectivo, destaca como el género por excelencia, retratos que recuerdan a quienes desempeñaron un papel relevante en nuestra historia, adoptando cada composición al estatus y acciones del retratado. El resultado es una imagen con marcada carga biográfica, acompañando a la efigie una serie de símbolos esenciales en el mundo militar. Al gesto y a la técnica del artista se unen como imprescindibles la uniformidad y la simbología.

Hoy mostramos el retrato de Bartolomé Amat Bonifaz (1786-1850), militar, Mariscal de Campo de Ingenieros, político y escritor. Mostramos también de manera implícita a una mujer, Asunción Amat de Tiscar, autora e hija del retratado. Amat fue pintora en el siglo XIX, en esta obra pintó la historia y lo hizo manteniendo el tipo establecido en el 'retrato militar'.  Ella es reflejo de como algunas mujeres de su tiempo dieron un paso más, partiendo de la práctica de la pintura como entretenimiento, habitual en el ambiente femenino burgués, para entrar en la esfera del autor, un espacio mayoritariamente masculino. Nos encontramos ante un habitual retrato biográfico realizado por una, no tan habitual, mujer pintora; una imagen que narra la historia mediante uno de sus protagonistas y utiliza el lienzo como soporte de dicha narración. 

La imagen de Bartolomé Amat, descansa sobre su texto biográfico. Es un retrato post mortem, pintado dos años después de su muerte, acentuando su carga conmemorativa. Esta simbología se realza con la presencia de la historia militar del coronel, contada a través del uniforme y de la lectura de  las medallas y cruces que muestra en la solapa. La narración comienza en el cuello encarnado con la imagen de dos torres, el emblema del Arma de Ingenieros. Desde este punto el ojo continúa la lectura sobre la solapa de la casaca, azul con vivos rojos, donde aparecen la Placa de San Hermenegildo y otras condecoraciones. Cómo si se tratara de una libro, de izquierda a derecha y de arriba a abajo encontramos: la cruz sencilla de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la cruz de distinción de la Batalla de Chiclana, la cruz de distinción de la Batalla de Talavera de la Reina, la cruz del Ejército del Duque de Alburquerque 1815, la cruz de Caballero de la Real y Militar Orden de San Luis (Ordre Royal et Militaire de Saint-Louis) y la cruz de Tercer Ejército 1815. Un ojo experto es capaz de leerlas, un espectador no conocedor del mundo militar, es capaz al menos de reconocer un significado asociado a la dignidad y el reconocimiento de su pasado militar. Cumple por tanto con la función narrativa y de recuerdo esperada en el retrato biográfico militar. Junto a este análisis, Asunción Amat resuelve la composición con un lenguaje cargado de veracidad, definido mediante el rostro sereno de su padre y equilibrando la lectura militar simbólica con su pasado como político y escritor. Por encima de una visión idealizada, el retrato apuesta de nuevo por narrar la vida del retratado, reuniendo sobre el lienzo la dignidad militar y la sabiduría de las letras y la dedicación política. 

Hoy quisiéramos terminar recordando que el oculto Patrimonio de Defensa nos permite conectar con otras maneras de entender el género del retrato, utilizando la imagen como herramienta para contar, para pintar la historia. Este retrato nos habla además de una mujer pintora del siglo XIX,  Asunción Amat y Tiscar, pintora de historia y de historias.