Puedes encararte con el triunfo y el desastre, y a esos dos impostores tratarlos de la misma manera». Este es el verso extraído del libro If, del escritor británico Rudyard Kipling (Premio Nobel de Literatura en el año 1907), que reza en la entrada de jugadores de la pista central de Wimbledon. Un texto que nos deja latente la línea tan delgada que separa el éxito del fracaso.
En el deporte, y el fútbol en concreto, se evalúa cada jornada y se asocia el éxito a la victoria y el fracaso a la derrota. Es algo que aparece y desaparece de manera constante en prácticamente todos los aspectos de la vida, y, sin dudarlo, su mayor objetivo es distraer y confundir. El secreto radica en la interpretación que se le dé, la capacidad de digerir con humildad la victoria y de tolerar la frustración en la derrota.
Quizás esto sea algo en lo que el CD Toledo pueda apoyarse para seguir creciendo. No es poco el sacrificio y el esfuerzo que hay detrás de salvar un equipo de su desaparición y ruina económica, ni fácil la compleja tarea de competir una liga donde el fútbol se convierte en un deporte caprichoso. Pero ahora, en los momentos difíciles, es cuando toca ser de verdad del CD Toledo. En la victoria, en el éxito, en las buenas todo el mundo se sube al carro.
Lo que está claro es que, como dice el verso anteriormente citado, el éxito y el fracaso son dos impostores que deben ser tratados con la misma templanza, y que deben hacer al club conocedor de su propia realidad para desde ese punto de partida, llegar a ser la entidad que la ciudad se merece.
El CD Toledo es un diamante en bruto que toca pulir para que brille. Que no puede confundirse con éxitos o fracasos efímeros, y que sólo puede servirse de ellos para seguir 'a la chita callando' aprendiendo y creciendo para lograr la mejor gestión posible.
Éxito versus fracaso, fracaso versus éxito para cada quién más importantes o menos trascendentes, pero al final lo que quedará, que no se le olvide a nadie, es el CD Toledo.