Con la certeza de que «el peso de las generaciones anteriores provoca muchas de nuestras aptitudes y comportamientos», Cruz Galdón se decidió a escribir ‘Yo soy ellas’ a modo de «testamento en vida para que mis hijos conocieran su rama materna» en un tiempo en el que la vida le asestó un zarpazo. Pero esta idea primera fue transformándose cuando «las historias» de las mujeres de su familia -descubiertas en las cartas conservadas- «fueron dominando mis sentimientos».
De ahí surgió su primera obra literaria -presentada en sociedad en Los Lavaderos de Rojas antes más de 150 personas- que, en sus palabras, «es una novela de alma en la que la protagonista busca encontrar respuestas al porqué de sus sentimientos y decisiones». Y lo hace, precisó, «desnudándose a sí misma para encontrar su mejor versión» para lo que es indispensable abordar la parte más emocional. Bajo esta premisa, y aspirando a «buscar las emociones a través de otras historias», esta toledana de adopción -nacida en Madrid y criada en Andalucía- aseguró que al escribir los relatos de dos generaciones de mujeres a mediados del siglo pasado «encontré la solución a la enfermedad de las lágrimas».
Por ello, apuntó que su novela «saca los sentimientos más profundos» haciendo «sentir» al lector en un tiempo en el que «la inmediatez en la que vivimos es muy difícil volverse reflexivo y encontrar respuestas». De ahí que Cruz Galdón acertara a decir que en esta suerte de transito experiencial se reconoce «no sólo en ellas, también en ellos» y el «peso de las tradiciones que hemos mamado» y que, irremediablemente, «repetimos sin apenas darnos cuenta».
Sobre cómo surgió la idea de compartir estas historias personales e íntimas, apuntó que nació de la «necesidad de expresar emociones» y, con ello, de resituarse de nuevo en una vida que, entonces, se tambaleaba. Porque esta mujer trabajadora, madre, abogada y, ahora, escritora, pasó por un trance que ‘atropella’ a muchas mujeres que, como ella, necesitan pararse, mirarse y contemplarse para saber quiénes son y hacia dónde desean continuar.
Un caramelo para cualquier editorial. Quizá sea este el contexto propicio -aunque cruento- para que la publicación fuera calificada, por el editor Roger Domingo, como un relato dotado de «un dominio de la prosa que retrata perfectamente el lenguaje de los años 30 o 40», lo que «traslada al lector, porque engancha, a la época que se recrea». Características que, aseveró, «quieren todas las editoriales» y que, a buen seguro, auspició que la editorial Samarcanda tardará sólo cuatro días en decidir publicar ‘Yo soy ellas’.