«Tengo miedo a no sentir nada delante de la cara del toro»

Mario Gómez
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Pablo Aguado es uno de los últimos toreros salido de la escuela sevillana. El temple de sus muñecas es solamente comparable al gusto de sus lances. Este sábado hará el paseíllo en Añover. Antes desvela sus miedos e ilusiones en exclusiva a La Tribuna

Aguado afronta su presentación en Añover de Tajo en el marco del 800 aniversario de la fundación de la Villa. - Foto: Mario Gómez

Habla casi tan pausado como mece el capote sobre el albero. Reflexiona las frases y paladea las palabras. Como el toreo. Le han erigido como heredero del trono de Sevilla, pero reconoce que no es lo que busca, porque él anhela la libertad de sentirse feliz delante de un toro, y que a pesar de estar llamado, no se siente un elegido, porque en las artes no vale ir buscando, hay que ser uno mismo y que si se perdiese, lo encontraríamos en una tasca con amigos. Es lo que tiene ser torero hoy en día, donde incluso las redes sociales, a pesar de estar presentes, las usa casi más por informar que por voluntad real. Qué bonito es que un torero joven ilusione.

Quizá el aficionado le conozca, pero para quién no ¿quién es Pablo Aguado?

Una persona más, pero con la bonita locura de sentirme feliz delante de un toro. Eso fue lo que me llevó a ser torero, llevar la vida que ser torero te obliga.

Aguado reapareció en Illescas y mostró su toreo clásico y vertical.Aguado reapareció en Illescas y mostró su toreo clásico y vertical. - Foto: DominguínY  desde esa postura, ¿cómo concibe Pablo Aguado la vida?

La vida la concibo como un corto espacio de tiempo que hay que aprovecharlo haciendo lo que sentimos.

¿Y el toreo?

Igual. Lo concibo con la idea de que todo lo que haga, tanto dentro como fuera de la plaza sea porque lo siento. Son muchas las fatigas y los miedos, los sinsabores... como para encima no ser fiel a uno mismo.

Habla de miedo, ¿a qué se le tiene miedo cuando tarde tras tarde se enfrenta a la muerte?

A no sentir nada delante de la cara del toro, que hay días que llegan. No somos máquinas y no siempre estás igual. También a aquellos toros que no reúnen las condiciones para hacer el toreo que sientes.

Y cuando no se siente nada, ¿qué se puede hacer para revertir la moneda?

Tirar de profesionalidad, compromiso, responsabilidad con el público, con la tarde y contigo mismo. Pero no todos los días se siente el toreo como uno quiere; aunque eso no es excusa, porque siempre hay que estar a la altura de lo que merece el aficionado.

Todo ello desde un concepto muy personal.

Me gusta la sencillez. Intentar hacerlo todo lo más sencillo posible y sin que haya rebuscamientos artificiales.

Pero sin embargo llegan tardes como la de Sevilla ante los toros de Jandilla y se da la vuelta a todo...

Ese día supuso el sueño de todo torero. Algo inexplicable, aunque yo en el momento no lo valoré como se valora con el paso del tiempo. En ese momento lo tomé como algo natural, estaba muy metido en mí mismo y por eso mismo no fui consciente. Fui con la mentalidad de torear y nada más, y me olvidé de todo.

Y en el momento álgido se desata la pandemia y trunca, para y descoloca lo que debía ser el despegar definitivo.

Fue un parón al año soñado por todo torero. De estar en todas las grandes ferias, en todos los grandes carteles, a pararse en seco. A pesar de ello, procuro sacar todo lo positivo, hasta que todo se ha normalizado.

¿Pesa aquella tarde en Sevilla en la exigencia de los aficionados?

Sí. Lógicamente ese peso está. El que te ha visto a ese nivel te quiere ver todas las tardes al mismo nivel, y a pesar de ser lo que uno busca, es muy difícil, y a la vez tan bonito. Pero hay circunstancias que no dependen de uno. Es lógico y humano que te lo pidan y a pesar de no ser siempre tardes redondas, pero ahí quedan días como Huelva, Ronda, Logroño o Palencia de aquel año.

Esta temporada la dupla Morante-Aguado se repite muchas tardes, y aunque rehuyes del tópico sevillano, Morante es el arquetipo.

Es muy bonito compartir tantas tardes con un maestro a quien he admirado tanto desde niño, y verte ahora compartiendo carteles es bonito y una responsabilidad.

Menciona la responsabilidad de cada tarde de toros, pero cuando Pablo Aguado se va a dormir, con o sin día de toros, ¿qué viene a su cabeza? ¿Se sigue pensando en toros?

Al final después de torear, siempre queda uno inquieto. Si las cosas han salido bien, le das vueltas a lo que has hecho, y si no, buscas los fallos. El cuerpo se queda muy activo y tienes los cinco sentidos a flor de piel.

Hay toreros que son de torear mucho durante el invierno y la temporada para «domar el cuerpo», otros por el contrario prefieren torear menos y llegar «con hambre» a cada festejo, ¿en qué grupo se incluye?

Antes era muy de torear en el campo, pero a raíz de la lesión de rodilla del año pasado, que me impidió prepararme con la cantidad de campo que me hubiera gustado, me he dado cuenta que toreando menos, se disfruta el doble. He hecho la mitad de la mitad del campo que en otros inviernos, pero me ha hecho sentirme más yo.

¿Es por tanto una reflexión extrapolable al número de festejos en la plaza?

Para nada. Aquí influye mucho del momento. El momento no es un año, puede ser de una semana a otra. Hay días que lo ves muy claro y tienes más ambición y te gustaría torear todo lo que saliera y otras veces no es así. Varía mucho de un año a otro, incluso de un día a otro.

Por tanto el estado de ánimo y las emociones condicionan la actividad de los artistas.

Obviamente. Siempre se ha dicho que se torea como se es y cómo se está, y el cómo se está responde a lo que comentas, y eso es fundamental; al menos en mi caso que baso mucho mi tauromaquia en mis emociones y me afecta mucho.

Con esa influencia y componente emocional, no queda otra que preguntar ¿cómo son las sensaciones para este 2022?

La verdad es que muy contento. Muy contento después de terminar muy frustrado el año pasado por la lesión de rodilla, y tener que dejar de estar en Sevilla con una recuperación además tan fastidiada, pues las tres tardes que he tenido (Illescas, Valencia y Castellón), me hacen estar contento y ilusionado en lo que queda, que es todo.

En Illescas a pesar de no tener triunfo, en Valencia una oreja y la muy reconocida puerta grande de Castellón, ¿qué ha dado Pablo Aguado al aficionado para que hablen así de él?

En el primer toro de Castellón me desaté tal y como soy. No fue una faena perfecta, pero fui muy yo, y fui libre. La pena fue no poderlo redondear por las circunstancias del último toro, que apuntaba cosas muy buenas, pero al final entre el piso y el poco dominio de los chismes, no se pudo. A pesar de todo pude demostrar la evolución de este invierno.

Evolución que podremos ver en Añover de Tajo este sábado. No sé si conoces la plaza, sin duda de las más coquetas de la provincia de Toledo.

Por fotos sí que la conozco, se que es muy bonita. Sin haber tenido la suerte de estar,  pero por lo que he visto desde la lejanía y por lo que me comentan, lo han clavado, un cartel así en una plaza tan bonita y coqueta y con ese ambiente. Siempre torear por primera vez en una plaza es especial.

Y con una banda de música que suena de forma especial...

Siempre es muy bonito y emocionante para los toreros que la música suene bien

Cartel, plaza coqueta, buena música y ganadería sevillana. ¿Ha visto la corrida?

El contacto con la ganadería es tal que desde novillero me acogieron en sus tapias para salir de aficionado a los tentaderos. De ahí nace una unión muy especial con la familia, así que lo conozco bastante bien. La corrida me ilusiona mucho, porque es una grandiosa ganadería, y no lo digo por amistad, sino porque lo demuestra año tras año y la corrida es preciosa con todas las hechuras necesarias para embestir.

No todos los días se siente el toreo como uno quiere»