Vuelve la rumorología

Pilar Cernuda
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Tanto dentro como fuera del PSOE circula la idea de que Pedro Sánchez no tiene la menor intención de presentarse a las elecciones si se mantiene lo que marca la gran mayoría de los sondeos: que no las va a ganar

Vuelve la rumorología

La llegada del verano apaciguó la rumorología, pero vuelve de nuevo con fuerza en este otoño en el que Pedro Sánchez no consigue que los sondeos lo presenten como futuro ganador, aunque le dan un respiro advirtiendo que se reduce la distancia que lo separa del PP de Feijóo. 

Motivo suficiente como para que el Gobierno en pleno se lance aún más a la yugular del líder de la oposición diciendo que se desinfla el efecto Feijóo y utilizando palabras idénticas para acusarlo de no estar a la altura de lo que se espera de un líder de la oposición y de no respetar la Constitución. Se nota de lejos que los ministros aplican al pie de la letra el argumentario que reciben de Moncloa todos los días.

Esa es la cara oficial; en la no tan visible es donde se ceba la rumorología, tanto desde dentro como desde fuera del PSOE, en la que circula la idea de que Sánchez no tiene la menor intención de presentarse a las elecciones si se mantiene lo que de momento siguen marcando los sondeos que dicen que no las va a ganar. Así que, de nuevo, se pone el acento es su afán por buscarse un cargo internacional que le permita utilizar una buena excusa para abandonar el Ejecutivo antes de que pueda perder la Presidencia. 

Ya se contó hace meses que andaba tanteando el terreno para ver cómo estaba la sustitución de Stoltenberg, que abandonará pronto la Secretaría General de la OTAN para ser gobernador del Banco Central de Noruega; como tanteó también el terreno de la Unión Europea por si podía tener alguna posibilidad de ser elegido presidente de la Comisión Europea o del Consejo Europeo cuando finalicen los mandatos de Ursula von der Leyen y Charles Michel. De momento, ha conseguido la Presidencia de la Internacional Socialista, que se concretará a finales de este mes porque es el único candidato. Va a organizar en España el congreso de esa Internacional con presencia de más de un centenar de dirigentes socialistas y socialdemócratas de todo el mundo y, paralelamente, el congreso de las mujeres. Pero toda esa estudiada escenografía no oculta una realidad que el inquilino de la Moncloa conoce sobradamente: la Presidencia de la Internacional Socialista no tiene la influencia que él cree merecer. 

Y como en el mundo del PSOE reconocen con preocupación que el madrileño podría dar la espantada, se cruzan quinielas sobre su sustituto, con un nombre casi único, el de Nadia Calviño. 

No es miembro del PSOE, pero eso se arregla en un minuto y, además, la vicepresidenta primera ha demostrado en los últimos meses que no solo le interesa el mundo de la economía, donde tiene nombre dentro y fuera de España, sino que conoce desde dentro el poder de un Gobierno, le atrae el mundo de la política. De hecho, lleva tiempo preparando bien sus debates parlamentarios para que no sean solo una sucesión de cifras; se maneja bien dialécticamente contra la oposición y acude a actos socialistas cuando no hace tantos meses prefería moverse en círculos más próximos a la que ha sido siempre su actividad profesional.

Los que siguen con atención y analizan los movimientos de Sánchez y siguen muy de cerca los rumores que lo sitúan fuera del Gabinete antes de que finalice la legislatura son los de Podemos.

El socio de coalición se ha convertido en un auténtico partido de la oposición y no desperdicia ocasión para marcar distancias con el líder del Ejecutivo. Es más, lo pone permanentemente contra las cuerdas proponiendo leyes con artículos muy concretos que gran parte de los socialistas se niegan a admitir, lo que sabe perfectamente Sánchez -ley trans, de Protección Animal, y del Deporte entre otras-, que tiene enfrente a una Irene Montero muy crecida. Pablo Iglesias está más preocupado por su futuro profesional que por el día a día del partido que fundó, y Montero ha asumido más responsabilidades desde que Ione Belarra se encuentra de baja maternal. 

Irene Montero se resiste a cualquier tipo de acuerdo con el PSOE para rebajar algunas de sus pretensiones y, además, hace alarde de que no tiene la menor intención de renunciar a su posición actual, lo que complica las cosas al Gobierno porque podría verse obligado a llegar a algún acuerdo con el PP para parar los pies a su ministra de Igualdad, a la que no soportan gran parte de los miembros y votantes de su grupo. Y, hoy por hoy, Feijóo no está por la labor de pactar nada con un Pedro Sánchez que, piensa, le ha engañado de forma miserable con la negociación del CGPJ.

En esa endiablada situación del mundo podemita hay más elementos, entre ellos y probablemente el más importante, Yolanda Díaz, a la que no le van las cosas como pensaba. Se encuentra especialmente preocupada porque la encuesta publicada días atrás por La Voz de Galicia recoge que podría no repetir como diputada si pretende presentarse al Congreso por una provincia gallega. Sumar no acaba de sumar, valga la redundancia. 

La vicepresidenta segunda ya ha anunciado que Sumar no se va a presentar a las elecciones municipales y autonómicas porque no dispone del tiempo suficiente para cuajar un grupo que, de momento, está en proceso de escucha, como no se cansa de repetir. En cuanto a las generales, decidirá en función de lo que ocurra en esos comicios de mayo y cómo se encuentre el proceso de consolidación de Sumar. 

Es más, la ya mencionada rumorología recoge que a Sánchez le preocupa el futuro de Díaz. Necesita que forme un partido, que se presente a las elecciones, porque cree que su figura es muy atractiva entre la izquierda y que con un grupo propio frente a un Podemos en decadencia, podría lograr un número de diputados que para él serían preciosos si finalmente cree que tiene posibilidad de mantenerse en Moncloa. En caso de que Díaz no consiguiera que Sumar saliera adelante, por los cenáculos políticos madrileños circulan dos teorías: una, que Montero y Belarra, como mal menor, finalmente aceptarían a la gallega como la candidata de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno; dos, que a Sánchez no le disgustaría incluir a su vicepresidenta segunda, como independiente, en la lista madrileña del PSOE en un puesto muy alto. 

Tensión

Las relaciones entre los dos no son excesivamente fluidas, incluso, vivieron tiempos de tensión, pero a Yolanda Díaz le interesa estar cerca de Sánchez porque no se lleva bien con Podemos ni con casi ningún otro partido. Su fuerza, importante fuerza, son los sindicatos, UGT y CCOO. En cuanto a Sánchez, le interesa llevarse bien con su ministra de Trabajo porque le preocupa que pueda dividir, más de lo que ya está, el voto de la izquierda.

Lo que sí sabe Sánchez es que Díaz solo piensa en su propio futuro y no duda en utilizar a quien haga falta o hacer lo que haga sea para conseguir sus objetivos, aunque eso signifique dejar de lado a quienes la han ayudado a subir en la escala política. Es la razón de que los sondeos le sean tan poco favorables en Galicia: la conocen muy bien.