Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Mentes errabundas

03/03/2022

Hay días que te despiertas recordando la cantidad de cosas que tienes que hacer, o debes preocuparte porque te desasosiegan, que antes de levantarte de la cama y llegar a la cocina para tomarte un café, ya estás cansada.  Allí, además, sucede que mientras desayunas retomas contacto con el mundo. Escuchas las últimas noticias en la radio, lees los correos electrónicos más urgentes, hojeas los periódicos en la tableta, discutes con quien te llama, regañas al perro que ladra, reparas en que las plantas están mustias, repasas, anotas y respondes mensajes, así que, antes de enfundarte el abrigo y llegar tarde, vas enrollada en la espiral de la multitarea.
La dificultad en concentrarse en algo concreto y determinado parece que es la característica con la que mejor se nos identifica a los pobladores del mundo de este tiempo, trabados a las tecnologías. Supongo que va algo más allá de la clásica y humana práctica de la procrastinación con la que posponer actividades o situaciones que deben ser resueltas, sustituyéndolas por otras menos relevantes, más livianas o más gratas de realizar.
Algunos psicólogos emplean la expresión mentes errabundas, por dejar deambular erráticas a nuestras cavilaciones, para identificar esa falta de concentración que nos lleva a pasar la mayor parte del día con el pensamiento en fase de divagación y a despistarnos de tareas precisas y más valiosas. Si esto era poco fastidioso, porque no hay que ser un genio para darse cuenta de que redunda en nuestra productividad y rendimiento, ahora resulta que tenemos suficientes evidencias científicas para saber que, además, nos cansa y nos hace infelices. No deja de ser sensato preguntarse cuál será la razón que nos aboca a mantener ese comportamiento, aun haciéndonos desdichados.
Los neurocientíficos, entre ellos Daniel J. Levitin, nos explican cómo la tecnología puede conducirnos hacia esa falta de concentración. Los estímulos -noticias, mensajes, alertas, pulsos luminosos- provocan que el cerebro libere dopamina, un neurotransmisor responsable de que nos sintamos bien, relacionado con el sistema límbico que controla los procesos conductuales e intelectuales. Sin embargo, su liberación constante puede causar confusión mental y pensamientos desordenados. Esto es así, porque cuando nos aplicamos a la multitarea provocamos un bucle de retroalimentación dopamina-adicción que premia al cerebro si pierde el foco de atención, haciendo menos activo el cortex prefrontal que lo gobierna, y que le induce a la búsqueda constante de nuevos estímulos.
De esa manera, en lugar de lograr con nuestro cerebro un esfuerzo sostenido que nos ofrecería mejor provecho de nuestro trabajo y mayor satisfacción en nuestra vida, solo obtenemos recompensas vacías. Además, al obligar al cerebro a desviar la atención sistemáticamente, también le forzamos a que necesite quemar glucosa sin cesar, agotando los nutrientes que precisa para mantener su funcionamiento básico, lo que explicaría que fácilmente nos sintamos agotados e insatisfechos.