Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


El espectáculo del Congreso

07/02/2022

Un espectáculo de bochorno. Una situación inasumible. El número que se montó en torno a la votación del decreto ley sobre la reforma de la reforma laboral no es aceptable. Resulta una afrenta escandalosa al espíritu del Parlamento. Todos los factores que allí confluyeron mueven al rechazo y al escándalo. Un diputado del se equivoca, presuntamente, en su voto telemático y concede la mayoría necesaria al Gobierno en una de sus leyes más simbólicas de la Legislatura. Luego, el lío, los reproches. La actuación de la presidenta del Congreso ha quedado en entredicho. Hay muchos frentes dañados, como UPN, ya directamente pulverizado, o el propio PSOE, que ha tomado conciencia de su debilidad parlamentaria. Sacó adelante una ley en una votación que perdió. Que tan sólo logró aprobar por el despiste de un diputado seguido de una trampa, según parece, de Meritxel Batet, que se negó a atender sus reclamaciones.
La nueva labora, un artilugio surgido de una serie de retoques de la aprobados por el Gobierno de Rajoy en 2012, nace desportillada. No sólo por el espectáculo del Hemiciclo vivido este jueves, sino porque, sencillamente, no ha conseguido reunir la mayoría suficiente de los diputados para su convalidación. El empeño más airado del Ejecutivo sanchista no ha naufragado merced a este patinazo del PP, tan inaudito.
No puede sacar pecho, como hizo Feliz Bolaños, ministro de Presidencia y sucesor de Iván Redondo, a la hora de glosar el resultado de la votación. Ha sido un fiasco, un desastre en torno a una ley que debería haber reunido el respaldo, no solo de los empresarios y los sindicatos sino al menos de una mayoría holgada en la Cámara. Una reglamentación razonable del marco laboral habría sido imprescindible para impulsar la recuperación económica que reclama esta etapa de la salida de la pandemia. No ha sido así. El Ejecutivo se ha negado a negociar con el PP, ha recibido el portazo de su socio Frankenstein y al final ha debido sacarla adelante con Ciudadanos, la ultraderecha del PDeCat y los diputados periféricos del regionalismo cantonal. Un desastre, un resultado penoso, triste y decepcionante. Lo ocurrido en la Cámara, con su reguero de recursos, denuncias y demás iniciativas judiciales que han anunciado ya PP y Vox contra la actuación de Batet, no son más que la muestra penosa de una realidad muy triste de nuestra vida democrática. Un Parlamento disparatado, un Gobierno capaz de cualquier cosa menos de pensar en la sociedad a la que debe procurar bienestar, y una oposición ciertamente desdibujada. No ha sido una semana, en verdad, para sentirse satisfechos del escenario político que nos circunda, nos dirige y nos manda.  La democracia, señora Batet, señor Sánchez, es otra cosa. No se puede mangonear de esta forma el Legislativo que, hasta ahora, era el representante de la soberanía nacional. Un espectáculo de bochorno que ha hecho temblar los cimientos de nuestro edificio constitucional.