San Ildefonso de Toledo... y de Zamora

EFE
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El patrón de Toledo, y Arzobispo de la ciudad en el siglo VII, se encuentra enterrado en la ciudad castellanoleonesa

Relicario de San Ildefonso de la catedral de Toledo. - Foto: David Pérez

Toledo y Zamora celebraron este pasado lunes la festividad de su patrón, San Ildefonso, un santo que vincula a ambas ciudades y que ahora comparten amistosamente, aunque durante siglos mantuvieron una tensa disputa por la custodia de sus reliquias, tras su aparición en 1260 en la zamorana iglesia de San Pedro.

De acuerdo con la tradición, los restos del santo, que fue el vigésimo octavo obispo de Toledo consagrado en 658 fueron trasladados hacia el norte para preservarlos de la invasión musulmana. Este hecho no es de extrañar, pues lo mismo ocurrió con otros cuerpos de santos como Santa Leocadia o San Julián, tal y como explica a Efe el canónigo archivero adjunto de la catedral de Toledo, Francisco María Fernández.

Tras su muerte en 667, el cuerpo fue enterrado en la basílica de Santa Leocadia, desde donde fue trasladado a tierras del norte en fechas no determinadas, al igual que tampoco hay ninguna versión oficial ni documentos que expliquen por qué fue llevado a Zamora, solo hipótesis.

El caso es que durante siglos se desconoció dónde habían sido sepultados sus restos, hasta que en 1260 fueron encontrados en la iglesia de San Pedro de Zamora, antes llamada de Santa Leocadia, en una ampliación del templo, y después de que, según la tradición, el propio San Ildefonso se le apareciera a un pastor de los Montes de Toledo para decirle donde estaban sus reliquias y de que la Virgen se lo comunicara a otro pastor en Zamora.

Según relata Fernández, a partir de ese momento hubo en Zamora mucha veneración por el santo, cuyo cuerpo fue enterrado de nuevo debajo de un altar de la iglesia de San Pedro y San Ildefonso; conocida popularmente como iglesia de San Ildefonso, ante el temor de que desde Toledo se reclamaran sus reliquias.

Posteriormente, en 1496, el entonces obispo de Zamora, Diego Menéndez de Valdés, mandó reformar el templo, y en el desarrollo de la reforma, las reliquias de San Ildefonso fueron trasladados a la capilla alta que se construyó para que fueran veneradas junto a las reliquias de San Atilano, protegidas por una verja.

Aunque ya en el siglo XV los restos comenzaron a ser reclamados desde Toledo, con el hilo argumental de que en esta ciudad la Virgen impuso la casulla a San Ildefonso, lo que constituyó un de los argumentos más importantes que se utilizaron para defender que la catedral toledana fuese declarada 'Primada de las Españas' por la Santa Sede, ante otras que aspiraban a serlo como las de Tarragona, Santiago de Compostela o Braga.

Pero a pesar de las peticiones, los zamoranos mantuvieron con firmeza su negativa a entregar los restos del santo, aunque se lo pidieron reiteradamente los sucesivos arzobispos de Toledo e incluso los emperadores Carlos I , del que se presume constancia de que fue a Zamora a venerar las reliquias junto al cardenal Tavera, y Felipe II, señala el archivero adjunto de la catedral de Toledo.

Un ejemplo de la intensidad de la disputa es que, en 1594, el papa Clemente VIII, a instancias del cardenal Quiroga, dictó una bula en la que ordenaba a los zamoranos que entregasen el cuerpo santo a las personas que enviara el cabildo de la catedral de Toledo «bajo pena de excomunión mayor y entredicho con suspensión de gobierno, administración del obispado y que se haga sin tardanza y sin apelación ni recurso de nadie».

Pero los zamoranos adujeron que la bula no les llegó nunca, y que por eso no pudieron atender el requerimiento, apunta Fernández, que añade que hubo después otras confirmaciones de esa bula por parte del papa Pablo V.

El enfrentamiento tuvo uno de sus momentos álgidos cuando, según la tradición, en el siglo XVI un clérigo toledano fue enviado a Zamora a robar una reliquia de San Ildefonso, pero se equivocó de tumba y trajo a Toledo un trozo de cráneo de San Atilano. De hecho, en la catedral Primada hay una reliquia de este santo, que a su vez en algún momento fue reclamada por los zamoranos.

Finalmente, los deseos toledanos por tener un reliquia de su patrón se hicieron realidad gracias a que en 1674 el sacerdote Francisco de Sartaguda, natural de Estella (Navarra), que era presbítero, cantor asalariado y capellán de número de la catedral de Zamora, se hizo con un relicario que contenía parte de un brazo de San Ildefonso y lo trajo a Toledo, sin que se dieran cuenta los zamoranos.

Sartaguda no pudo volver a Zamora y fue nombrado cantor de la catedral de Toledo, que conserva la reliquia en otro relicario hecho a tal efecto, que se encuentra en la sacristía del templo primado.

Como respuesta a las reclamaciones de Toledo, en Zamora se fundó la Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano, con el cometido de defender los restos del que está considerado uno de los padres de la iglesia, darles culto y custodiarlos hasta la muerte, si fuera necesario, para evitar que salieran de la ciudad, explica a Efe su actual consiliario y delegado diocesano de Patrimonio de Zamora, Miguel Ángel Hernández.

Es una de las cofradías más antiguas y singulares de Europa, que actualmente tiene las llaves de la zona enrejada en la que están las reliquias de San Ildefonso, y cuyos integrantes tenían que hacer un juramento en el que se comprometían con su propia vida para que se veneraran y conservaran en la ciudad de Zamora los restos del santo.

De su origen no hay documentación escrita, apunta Hernández, aunque se baraja la posibilidad de que se creara a finales del siglo XIII o principios del XIV, mientras que un documento corrobora que en 1419 estaba ya consolidada al regentar entonces un hospital para pobres, situado junto a la iglesia de San Pedro y San Ildefonso.

El largo enfrentamiento se cerró el siglo pasado, cuando en 1960 se celebró en Zamora el séptimo centenario del hallazgo del cuerpo de San Ildefonso, en el que participaron el obispo titular de la diócesis zamorana Eduardo Martínez, y el entonces arzobispo de Toledo Enrique Pla y Deniel, que presidió una misa en la catedral de Zamora, al igual que hizo en 1990 el también primado Marcelo González en la iglesia en la que están las reliquias del santo.

Otro hito en la normalización de las relaciones tuvo lugar en 2007, cuando la Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano trajo a Toledo el arca en la que se guardan, para que fueran veneradas en la catedral con motivo del décimo cuarto centenario del nacimiento de san Ildefonso.

Según Francisco María Fernández, en 1960 Pla y Deniel y Martínez «escenificaron una especie de reconciliación», de forma que a partir de ese momento los toledanos «ya no piden nada» y los zamoranos han entregado, cuando se les ha solicitado, alguna reliquia a la catedral de Toledo.

Por su parte, Hernández comenta: «Toledo ha reclamado históricamente esos restos durante muchos siglos, nunca se le había entregado nada, casi por puro orgullo, hasta que cuando concluyó la restauración de la iglesia de San Pedro y San Ildefonso en 1990», cuando se entregó a Toledo una reliquia formada por unos restos óseos, ante lo que asegura Hernández que «creo que ahora mismo no hay reclamación fuerte, está como asumido que están aquí».