Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Estoy angustiado

19/11/2019

Cito  a Pedro Sánchez ante el Parlamento: «El señor Iglesias ha hecho de la mentira su forma de hacer política». Confieso que la columna que tenía escrita para esta semana no es la que van a leer, pasa que desde el abrazo de Pablo con Pedro el horizonte a mis ojos de ha vuelto tan negro que –y hago otra confesión- por segunda vez desde la llegada de la democracia estoy inquieto respecto a la política en España, miro la prensa con inquietud y escuchar la radio me produce tanta ansiedad como si esperara las notas quincenales en el viejo colegio marista; si exceptúo la noche en que Juan Carlos I se dirigió por televisión al país la noche de Tejero no recuerdo momento más angustioso.
Cuando el tejerazo yo acababa de jurar bandera y temía que me llamaran al cuartel de destino en cualquier momento. Mil razones  justifican mi inquietud y si leen cualquier opinión de las muchas que aparecen ahora comprenderán que no estoy exagerando, ni soy miedoso, ni me dejo llevar por la zozobra. Me gustaría explicar que mi miedo no es producto de múltiples razonamientos, ni de juicios a priori o sesudas reflexiones, se trata de algo físico,  una reacción visceral cuando veo  la cara de engañador compulsivo de Pedro y el aspecto chulesco e indigno de Pablo.
Desde muy joven la lectura de la prensa diaria y de bastantes libros me convencieron que no tenía nada que ver con lo que se entendía por política,  jamás sentí la mínima identificación-ahora los enterados dicen empatía- con Felipe González,  Fraga, Suárez, Carrillo, Calvo Sotelo, etc. pero lo que siento por Sánchez e Iglesias sobrepasa cualquier comparación, es un rechazo de piel, de estómago, de vísceras. Y aún hay algo peor que eso, estamos sabiendo (manifestaciones de la ministra Celaá)  que ese abrazo va a menguar mis pequeñas libertades y lo que es igual de  intolerable  o  más mi bolsillo. Todo porque la extremada ambición loca de Pedro Sánchez pasa por cualquier cosa con tal de permanecer en La Moncloa, o las desvergonzadas  falacias de Pablo Iglesias, capaz de traicionar lo que sea con tal de pagar el pastón que cueste su chalet digno por ejemplo de Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del mundo y con el que por cierto el líder le Podemos la ha tomado con la pesadez de las moscas. Como todo esto me parece delicadísimo y peligroso justificando  mi inquietud, voy a participar en todo lo que haga falta desde mi modesta posición de ciudadano en manifestaciones que dejen  claro que la reunión de Pedro y Pablo es lo peor que ha sucedido en España desde la ocupación del Parlamento por Tejero: Manifestaciones, huelgas, movilizaciones,  concentraciones, lo que sea para que no prospere lo que para mí es un sindiós.