María Ángeles Santos

Macondo

María Ángeles Santos


Protecto Ruiseñor

14/11/2019

Así, sin más datos, hasta suena bien. Un proyecto, con un nombre tan sonoro, tiene necesariamente que ser bueno. Hasta en inglés da buenas vibraciones. Ya. Pues de bueno, sólo la alusión al tierno pajarillo cantor, que por cierto, está amenazado como tantas otras especies del planeta.
Pero eso es otra cuestión. La que nos ocupa, se acaba de conocer, y aunque ha supuesto un considerable escándalo, no me explico que no haya sido mucho mayor. El  gigante tecnológico Google recolectó sin permiso datos médicos de decenas de millones de personas, dentro de una iniciativa denominada así, Proyecto Ruseñor.
El acuerdo fue suscrito en secreto el año pasado, aunque el intercambio de datos entre Google y compañías médicas que agrupan centenares de empresas se ha conocido ahora.  Vale que ha sido en Estados Unidos. O eso es lo que nos cuentan, que no está la cosa para fiarse. El caso es que Google, supuestamente, se ha hecho con datos personales muy muy sensibles, entre los que figuran diagnósticos médicos, resultados de pruebas en laboratorios y registros de hospitalización, vamos, un historial médico completo, incluidos los nombres de los pacientes y las fechas de nacimiento.
No es que una sea nadie de importancia, ni que tenga enfermedades inconfesables, más allá de las propias de mi edad y de mi escaso respeto por la vida sana, pero inquieta pensar que alguien conoce mis problemas con el tiroides y puede utilizarlo (no se me ocurre para qué, pero a ellos seguro que sí); o que sabe antes que yo que me he pasado con el azúcar desde los últimos análisis o que me he olvidado más de lo deseable de tomar las pastillas a las que estoy abonada de por vida.
Podría entender que se interesaran por la salud o la falta de ella de banqueros, empresarios de postín, políticos o famosos. Aunque seguro que sus datos ya los tienen. Y ahora nos cuentan que los quieren para una buena causa, para diseñar un nuevo software, que respaldado por inteligencia artificial y sistemas de aprendizaje automático, puedan hasta sugerir cambios en el tratamiento de los pacientes. La compañía dice que su objetivo  es «en última instancia, mejorar los resultados, reducir los costos y salvar vidas». Que ya sabemos todos que Google es lo más parecido a una ONG que conocemos.  
No, si todavía tendremos que darles las gracias, y mostrarnos encantados de que sepan hasta el uñero que tenemos en el pie derecho. Que es por nuestro bien. No para que ellos ganen más dinero dirigiendo nuestros gustos y necesidades a las empresas que mejor les sirvan. Eso es de mal pensados.
No suena bien. Mejor Proyecto Ruiseñor.