Monter se reafirma en Los Navalmorales

Dominguín
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Tras sorprender en la novillada de Monteviejo de Villaseca, confirmó lo apuntado en Boujan (Francia) y Peralta,y otra vez se entregó en cuerpo y alma, cortando cuatro orejas y un rabo

MONTERO Se reafirma EN LOS NAVALMORALES

V iene como un ciclón, arrollador, fresco, inconsciente y temerario. No deja indiferente a nadie y eso le hace atractivo el verle. Se trata de Francisco Montero, que, enfundando en su traje blanco y plata, sólo tiene ese, se arrima como un león, se entrega y lo da todo.

Un soplo de aire renovado que llega desde la Bahía de Cádiz, para revolucionar el concepto de novillero. Hay pocos novilleros así y si se conociese más, llevaría mucha gente a la plaza. Es diferente, no diría único, pero merece la pena hacerse unos kilómetros a echarle un ojo. Montero te engancha, sale a por todas, no se mueve de la arena, atornilla las zapatillas, llama a los novillos y pasan a milímetros de su faja, de mejor o menor forma, pero pasa, y eso gusta.

Sin pensarlo se fue a recibir con dos largas cambiadas de riesgo, donde el utrero le perdonó la cogida. Su primer novillo fue de la ganadería de Fuentespino, que echaba al final del muletazo la cara arriba, pero eso a Francisco Montero no le importó, pues se puso firme, exponiendo mucho, lo que le valió para que le premiasen con las dos orejas del astado. Un animal de la Guadamilla le correspondió en segundo lugar, que lo recibió con garra destacando una media espectacular de rodillas de recibo. Tras el quite por chicuelinas, puso al público a la temperatura necesaria para su faena de muleta. Centrado con la muleta trazó tandas por redondo, hasta que le armó el lío, dejando que el astado se parase y le fue instrumentado muletazos de uno en uno encajados. Se echó encima del toro a la hora de matar, volviendo loco al respetable que le pidió con fuerza los máximos trofeos, dos orejas y rabo.

Le acompañaron en el cartel Juan Cervera y Emilio Silvera, dos novilleros con mucho oficio y que estuvieron correctos con sus novillos, pero con la espada emborronaron las faenas. La plaza registró tres cuartos de entrada, en una tarde agradable de temperatura.