Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


La campaña que no fue

11/02/2022

«Aquí me la juego yo, no Pablo Casado». Fue la frase con la que explotó este pasado miércoles el candidato del Partido Popular a presidir la Junta de Castilla y León, quizás harto de la injerencia de su formación a nivel nacional que, aunque no lo reconozcan, también se juegan mucho al haber intentado convertir estos comicios en un plebiscito de las políticas del PSOE en el Gobierno de España en general, y de Pedro Sánchez en particular.

Tanto es así que la campaña ha supuesto un desembarco constante de líderes nacionales y pesos pesados de todas las formaciones políticas, hablando de cuestiones generales que poco o nada tienen que ver con lo que se vive día a día en aquella comunidad. Es por eso que Alfonso Fernández Mañueco estalló ante el acoso de sus rivales políticos en el último debate electoral y pronunció esa frase: «Aquí me la juego yo, no Pablo Casado». También en un intento de decirle al votante de Castilla y León que es él, si sale elegido, el que gobernará la comunidad, para hacer ver que no será una marioneta de Génova.

Pero no hay duda de que Casado también se la juega, y mucho. La maniobra política pretende reeditar los resultados obtenidos por parte de Isabel Díaz Ayuso el pasado mes de mayo en Madrid, de manera que Pablo Casado conseguiría inclinar la balanza a su favor en la disputa entre Dirección nacional y la presidenta de la Comunidad de Madrid –verso libre donde los haya–, y por otro lado, dado que ha puesto en la picota a Pedro Sánchez, erosionar al Gobierno de España, que es en lo que ha consistido su labor de oposición desde el minuto uno. Sin embargo, y a medida que ha ido avanzando la campaña, las encuestas han alejado cada vez más esas dos posibilidades.

Mañueco convocó las elecciones por anticipado rompiendo con su socio de gobierno de Ciudadanos, presionado por la Dirección nacional del partido para dar un golpe en la mesa ante Ayuso, y empujado por unas encuestas que, en su día, le daban una mayoría holgada como para tirarse a la piscina. Pero ya no hay marcha atrás, Fernández Mañueco saltó y las posibilidades de llenar esa piscina de votos se acaban, del mismo modo que se han dejado escapar otras oportunidades al haber centrado la campaña en el debate estéril de las macrogranjas, discusiones sin sentido sobre la remolacha, comparaciones con Zapatero y Venezuela con gobiernos comunistas aquí, los pactos de Sánchez con los terroristas y separatistas en el Congreso, o con Ayuso tildando de «error» la pederastia en el seno de la Iglesia. Pero ya no hay más tiempo, esta noche los líderes echarán el resto para intentar sumar algún voto en el cierre de campaña, y Mañueco sabe que no las tiene todas consigo cuando, en ese último debate, sí habló por fin de Castilla y León y de los retos que afronta la región. Tarde. Ahora la duda –si es que la hay–, es si tendrá que pactar con Vox para gobernar, lo que abriría un precedente de cara a las próximas citas electorales que vendrán. Para la próxima, Mañueco se pensará mucho otro adelanto electoral, y se cuidará también mucho de no dejar que 'otros' le organicen la campaña.