Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


En carne viva

01/12/2022

Pedro Pérez y Juan Luis Galiacho presentan mañana en Albacete su libro Encarna, en carne viva, probablemente la biografía autorizada de la locutora Encarna Sánchez en caso de que viviera. El hecho de que fuese la autorizada no le quita interés alguno como sucede en la mayoría de los casos, al revés; precisamente por ello conocemos de primera mano, libre de bulos, la vida, obra y milagros de quien lo fue todo en el mundo de la radiodifusión y marcó con su estilo una impronta que hoy, veintiséis años después de su muerte, nadie ha podido recuperar. Editado por La Esfera de los Libros, puedo decir que todavía estoy en trance tras haberlo sorbido, bebido casi de un trago, pues se trata de una obra electrizante, imposible de apartarte o despegarte de ella, una vez comenzada su lectura. La prosa colosal de Galiacho, periodista de investigación puro, y el testimonio directo, único, impagable de Pedro Pérez, su productor y mano derecha en la radio durante dos décadas son verdaderamente sensacionales. Al final, uno acaba exhausto tras comprobar la vida y el carácter indomable de esta luchadora innata, que se vino de Almería a Madrid para -como le dijo a su madre- «triunfar por cojones».
La vida de Encarna Sánchez es de tragedia griega, coturno alto y catarsis colectiva. España creció con ella al son de su latido en las madrugadas donde los taxistas, camioneros y noctámbulos eran la luz y su vigía. Puso bocabajo la noche y Encarnita, que así la llamaban al principio, fue capaz de abanderar causas imposibles, como donaciones colectivas de los oyentes para alguien que tuviese un problema o solucionar cuestiones o asuntos que acuciaban a unos y otros. Su voz directa, dura, como un cañón de plomo, estallaba en la madrugada y hacía que prendiese igual que un candil incandescente en la noche. Era tal su vértigo que nadie podía decirle nada ni seguir su ritmo y su paso.
Personalmente, he descubierto una figura que atisbaba pero no en tales dimensiones. La empanadilla de noche e Isabel Pantoja – el verdadero amor de su vida- hicieron de ella una caricatura, a la que se sobrepuso mil veces mordiendo a quien hiciese falta o se interpusiera en su camino. El libro me ha reconciliado con mi medio natural, la radio, a la que considero vida, pálpito, existencia. La radio no vale nada si no es para conmover, sacudir y transir el mundo del oyente, igual que un rito sacrificial, lo mismo que un orgasmo desesperado. Ese es su camino y lo será siempre si quiere sobrevivir en el océano y marasmo de Internet y las redes sociales.
Si algo me ha enseñado el libro y la peripecia vital de Encarna Sánchez es que la vida es caerte y volverte a levantar. Diez, cien, mil, millones de veces. Quien resiste gana, siempre. Y ella lo consiguió, aunque la vida se le deshiciese por dentro igual que un azucarillo en un vaso de agua. Galiacho, albacetense de pro, y Pedro Pérez han conseguido pergeñar un retrato auténtico, vívido y nítido del ciclón que fue Encarna. En carne viva, el cáncer pudo con ella sin que nadie lo supiera porque no quiso abrir la boca y decidió sufrirlo sola. Su lección de periodismo el día de Rafael Vera con el suegro y el ferretero, sencillamente magistral. Juan Luis todavía la recuerda, le dedica un capítulo en el libro y le brillan los ojos cuando lo cuenta. «Galiacho, si tienes los papeles, al estudio». Debiera ser manual de cabecera en facultades de periodismo y libro de instrucciones para radiofonistas. Directamente Encarna, al corazón, el estómago, la cabeza, la boca.