Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


Despacho en el cielo

11/11/2022

Despacho en el cielo. Subo, espero, y pasan las grullas. Algunos días simplemente levanto la cabeza y ahí están. A veces, al atardecer, me subo al tejado de la ciudad, a la cubierta de teja, cúpulas y torres mudéjares como minaretes. A veces escribo o trabajo un rato. Otras me quedo allí y dejo que el sol baje, y la penumbra vaya llenándolo todo, y que las voces suban desde los claustros ya en sombra para toda la noche larga de noviembre. Miro a lo lejos. Las palomas van y vienen con el jaleo de las campanas. Me observan. Pronto bajaré y volveré al despacho de interior. Pero todavía no. El sol va dejando todo de un dorado intenso, los tordos pían y despiden la tarde, y no hay estelas de aviones en el cielo. Limpio. Tampoco golondrinas ni vencejos. ¿Dónde estarán ahora mis golondrinas y mis vencejos? ¿Sobre qué pedazo de África volarán? ¿Qué verán? ¿Cómo será el cielo de la noche africana? Voy pensando esto y más y voy guardando los tonos rojizos de los muros y las tejas, de los arcos y de todas las distancias y cercanías. Y me lo llevo.
Los murciélagos salen de su guarida entre las vigas y los muros, dan unas cuantas vueltas sobre mi cabeza y mi pelo, me preguntan que qué hago, que qué escribo o dibujo, y se van a navegar su país de alturas de interior, vigas y cúpulas. Luego volverán. El vienes un águila imperial vino a verme en el Guadarrama, al soto de olmos, fresnos y álamos negros. Cruzó despacio, muy bajo, observándome, rumbo sureste. Antes el águila real y los buitres negros someros. El buitre negro es como una aparición de otro tiempo, un imposible en el cielo. Me gustan los cielos con buitres negros. No necesito prismáticos para identificarlos. A veces pienso que ellos ya estaban allí, sobre esos paisajes, mucho antes de que nadie reparara en ellos. Como las grullas que vuelven cada noviembre con su luna de lluvia. Como los colirrojos tizones que se emboscan en los espinos y en las lindes.
Tengo que volver a calcular ejercicios de cimentaciones, geotécnicos y esas cosas. Esta noche. Como en los tiempos de Maestría. ¿Qué habrá debajo de este suelo, de este empedrado mojado por el relente de la noche?  ¿Cuántas ciudades sepultadas? Hasta el granito limpio. Quizá más allá, más abajo…
Hoy volveré con la luna, despacio. Mañana subiré de nuevo a mi despacho en el cielo, sobre la ciudad, con las palomas y los bandos de grullas que pasan cansadas rumbo a las dehesas del oeste, donde todo es más limpio, cálido y de verdad. Algún día me iré con ellas. De momento las veo pasar como flechas marcando un destino.

ARCHIVADO EN: Ángel Sánchez