Geopolítica a patadas

Diego Izco (SPC)
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Las sanciones deportivas, un poderoso vehículo de 'contrapropaganda' para el imperialismo de Putin

Suecia, una de las primeras selecciones en negarse a jugar contra Rusia;en la imagen, Shatov dribla a Isakson. - Foto: EFE

El deporte es un poderoso vehículo de propaganda. El propio Vladimir Putin es consciente: la organización del Mundial de 2018, los Juegos de Sochi, el Gran Premio de Fórmula Uno o grandes patrocinios en las más altas esferas. Algunas sanciones económicas, como vaticina muchos expertos en geopolítica, apenas harán cosquillas a Rusia. Pero el poder de las multas deportivas es potente y llegan de forma nítida al gran público. 

Esa 'contrapropaganda' en forma de castigo es un arma potente. «El deporte -aseguraba el presidente del Comité Olímpico Británico, sir Hugh Robetson- tiene una importancia descomunal para los regímenes totalitarios». Ahí están el Mundial de Mussolini o los JJOO de Hitler para corroborarlo. «Una exclusión provocará inmediatamente preguntas sobre lo que está pasando», declaró Michael Payne, responsable de marketing del COI durante más de 20 años, que añadió:«A Putin quizá no le preocupa lo que piensa de él el mundo, pero sí presta mucha atención a lo que el pueblo ruso piensa de él». 

Apartheid

Estas sanciones deportivas no afectarán tanto como las económicas al día a día de Rusia, pero sí tendrían «un enorme impacto en la sociedad». En uno de los precedentes más recordados, el boicot a los deportistas sudafricanos durante el Apartheid tuvo más efecto en la sociedad y empujó más al cambio de políticas de Sudáfrica que cualquier sanción internacional. 

Posiblemente, el ruso medio no entenderá que han desconectado a su país de SWIFT (el principal sistema bancario internacional), pero sí que han excluido de las competiciones a sus equipos de fútbol y baloncesto, que la UEFA o el Schalke han roto con Gazprom y el United con Aeroflot... y, sobre todo, que Rusia no estará en el próximo Mundial. 

FIFA fue tibia inicialmente pero implacable después: por 'órdenes' del Comité Olímpico Internacional, que lleva varios años luchando contra las trampas de la agencia rusa antidopaje, excluyó al equipo de Valeri Karpin de la repesca que debía jugar el próximo 24 de marzo. Primero Polonia y después Suecia (y más tarde muchas más selecciones) se negaron a jugar contra el combinado nacional, lo que precipitó el drástico castigo a los exsoviéticos, organizadores del último Mundial. Deportivamente, la exclusión de los equipos de fútbol (clubes y selección) no supone una pérdida tan significativa como sí podría suceder en el baloncesto con CSKA, Zenit o UNICS Kazan. El fútbol ruso ya no es lo que era: en la Champions League solo había un equipo entre los 32 que disputaron la fase de grupos, un Zenit que fue tercero y cayó eliminado ante el Betis la pasada semana; en la Europa League había dos equipos, el mencionado Spartak (que sí había llegado a octavos al ser primero de grupo) y el Lokomotiv, último de su grupo. En el 'ranking' UEFA, por ejemplo, el primer equipo ruso es el Zenit de San Petersburgo (puesto 34º).

La pérdida de Rusia no trastocaría mucho el torneo: su selección, a pesar de haber alcanzado los cuartos de final de 'su' Mundial (eliminando a España en aquella dolorosa tanda de penaltis) y a pesar de haber puesto en apuros a Croacia en la fase de clasificación (fue segunda en el Grupo H, a un punto de los balcánicos), está en el 'pelotón medio del 'ranking' FIFA: puesto 35º con 1.493 puntos, por debajo de países como Egipto, Canadá, Corea… y sí, Ucrania (27º, 1.535 puntos).

Polémica

La tensión en Europa del este no se manifestó recientemente en las semifinales del Europeo de fútbol sala, un partido de guante blanco disputado hace menos de un mes... pero sí en la última Eurocopa:la camiseta de los ucranianos incluía difuminado un mapa del país donde figuraba la península de Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia en 2014 cuyo referéndum no fue reconocido por la ONU. Aquello fue «una provocación» para Moscú. Fútbol y propaganda, la historia de siempre.