Mamás karatecas

J. M. Loeches
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Animadas porque sus hijos practicaban kárate, Esther, Estrella y Elena alcanzaron el podio del último Campeonato de España de Veteranos con la selección regional. Forman parte un grupo más numeroso

Mamás karatecas - Foto: David Pérez

Esther Ferrero, Elena Escobar, Estrella del Amo y Susana Beltrán. Ellas son los rostros visibles de un grupo de mamás karatecas que han demostrado cómo se rompen tabiques a través del deporte. Todas tienen que atender a su familia, trabajan y, además, entrenan. Pero  comparten que el kárate es una liberación para ellas, y estar al lado de sus hijos, también karatecas, lo hace más sencillo todavía.

Las cuatro consiguieron la medalla de plata en el último Campeonato de España de Veteranos como integrantes de la selección de Castilla-La Mancha de Kumite. Además, Estrella también fue subcampeona con el equipo Mixto y Susana, plata en la competición individual. Las cuatro convienen en que «la medalla es lo de menos, el objetivo era ir juntas y disfrutar de la competición».

Pero hay una historia por persona. Todas fascinantes y modélicas. Estrella del Amo abandonó el kick boxing por los quehaceres cotidianos, pero la pandemia recondujo su amor por el deporte. Se enganchó al kárate siguiendo los ejercicios de su hija por videollamada. «Me picó el gusanillo y me di cuenta que podía despejar mi mente de esta manera», cuenta ella misma.

Mamás karatecasMamás karatecas - Foto: David PérezPor su parte, Esther Ferrero apenas llevaba dos meses practicando este deporte cuando el confinamiento frenó su ilusión. Fue momentáneo. La constancia fue su incentivo y al final acabó encontrando algo más que un grupo de entrenamiento: «Empezó siendo una forma de desahogarnos, pero hemos creado una familia; somos más que amigas porque compartimos emociones, sentimientos y todo nuestro día a día».

El germen para ella fue «la necesidad de hacer algún ejercicio físico». Eso, y acudir con sus hijos a los campeonatos, que le había despertado la curiosidad: «Me parecía que era una manera de compartir algo que les apasionaba y a mí también». Desde luego que fue un pilar importante para meses duros de confinamiento. «Nos salvó de caer en la desesperación; lo compartimos en familia». Estrella no puede estar más de acuerdo, ya que «en esos momentos, te comía la desidia y venía muy bien como desconexión mental».

Con cinco hijos y un nieto, Elena Escobar es la tercera medallista de las mamás del CD Kidokan. Trabaja y estudia, y el kárate «es una relajación». En su caso, supuso también «una vía de escape» porque, tras la muerte de su madre, confiesa que le «devolvió la vida». Según cuenta, está muy orgullosa «de ver el grupo tan bonito que hemos creado». Tampoco se olvida de lo que supone compartir el deporte de sus pequeños: «Te das cuenta de lo que vale lo que hacen te metes dentro».

Mamás karatecasMamás karatecas - Foto: David PérezLas tres concluyen también que el ambiente es fundamental, más allá de su entrenador, Álvaro Jiménez, que «transmite mucha pasión en lo que hace, y logra que te lo creas». Según dice, todos los integrantes del grupo de veteranos «con buen corazón». Algo que resulta increíble «cuando somos personas tan diferentes y de edades variadas, desde unos treinta y pocos hasta cincuenta y muchos», asegura Esther. En fin, que el kárate «te engancha», como añade Estrella, pues «todas estamos pendientes de todas y nos estamos preguntando constantemente».

Y es que, Elena considera que «todo lo que te propones en la vida, se puede conseguir, da igual la edad que tengas». No hay brechas en el deporte. Para ellas, el kárate supone la igualdad total, también de género. «Peleamos tanto con chicos como con chicas, cada uno en su nivel, pero no tenemos diferencias», reconoce Estrella.

Lo que ninguna podía imaginar es que estaría en un podio de un Campeonato de España tan pronto. «Esther me animó a ir al clasificatorio, y yo, que me apunto a un bombardeo, no me lo pensé; luego fue todo rodado», sigue comentando Estrella. Su compañera Esther matiza que no iban «con la intención de ir al Nacional, solo a pasárnoslo bien, pero, por casualidad, nos seleccionaron, y ya fuimos a por todas». El resultado fue magnífico, pero le mejor sabor de boca fue el de las sensaciones: «Nos vinimos todas con el regusto de que todo es posible, así que el año que viene vamos a por el oro».

Mamás karatecasMamás karatecas - Foto: David PérezLo más bonito, apunta Esther, es sentir también en una cita así el calor de toda la familia de su CD Kidokan. «Álvaro nos contaba que los pequeños le escribían diciendo que no estaban viendo», explica. Incluso, han coincidido con sus hijos en algún torneo, algo impagable. «Se ha dado la circunstancia de que estás cambiándole el cinturón o poniéndole una protección y después te está animando a que vayas a por todas», concluye Elena.

Susana fue la veterana de las veteranas, pero es una más del grupo. Susana Beltrán se siente así cuando entrena o compite con Estrella, Esther y Elena. Son sus compañeras del equipo que representó a Castilla-La Mancha en el último Campeonato de España de Veteranos, donde consiguieron la medalla de plata en Kumite Femenino por Equipos.

La illescana, perteneciente al club Sakata, aunque también entrenadora y seleccionadora, comenzó en el kárate cuando tenía 11 años. Sin embargo, paró durante seis para tener a sus dos hijas. «Lo he retomado a lo grande, dando clase y preparando competidores», asegura. Se siente parte de esa pequeña familia creada para la ocasión, aunque son más momentos los que comparte con ellas: «Son maravillosas; me propusieron formar el equipo con ellas, porque teníamos que ir una de cada edad, y nos lo hemos pasado genial».

Todo son halagos hacia ellas porque «siempre están pensando en entrenar y todo lo ven bien, no tiene un mal día». Pero Susana reconoce que lo que más le gusta es «su buen humor». Es fundamental para alcanzar los resultados, pero deja claro que no han llegado por casualidad, sino que han sido fruto de la constancia. «Pusimos toda nuestra energía y empeño, y, cuando lo das todo, algo te llevas, así que eso es lo que nos pasó; todo el mundo va preparado y te lo ponen difícil», añade.

Sobre su potencial, la karateca illescana lo tiene bastante claro: «Están empezando». Si en su primera cita nacional alcanzaron el subcampeonato, Susana Beltrán está en condiciones de afirmar que «el año que vienen irán a ser campeonas». Confiesa que «desde el día siguiente ya estábamos trabajando» y que a este grupo de mujeres «le queda mucho por crecer; hemos tenido fallos, y se van a corregir».

su familia. En lo personal, Susana reconoce que tener un marido deportista allana el camino una barbaridad, pues «te comprende más y ve necesarias todas las horas que entreno», admite. Además, sus dos hijas tampoco han roto su vínculo con el deporte porque la mayor también se dedica al kárate y es profesora, mientras que la pequeña «hace crossfit como su padre», cuenta la karateca.

En cuanto a sus resultados individuales, Susana Beltrán fue plata en Kumite femenino en el último Campeonato de España, un resultado que no completa su felicidad porque «no fue como yo hubiera disfrutado». Tuvo que preparar la cita en apenas quince días por unos problemas de salud durante dos meses, aunque ella misma no se admite su propia excusa: «Necesito entrenar mucho para sentirme segura, y eso me juega malas pasadas, así que me faltó físico porque sé que el nivel lo tengo».

Es otra cara de ese deporte silencioso, sin tanta resonancia pero que pone evidencia que es verdad que la mens sana siempre está in corpore sano.