Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Katalino

26/08/2019

Seguro que Santiago me daría permiso para apropiarme del título de su columna semanal. Previsor como era, nos dejó su despedida con la inteligencia y punto de humor que le caracterizaba. Santiago Palomero era un culto trabajador, un servidor público que, con su ejemplo, demostraba como merece la pena compartir esfuerzos para sacar adelante proyectos comunes. Hizo del Museo Sefardí un centro vivo. Su pasión por los museos le permitía compartir historias que solo él veía e hizo una gran labor como subdirector general de Museos del Estado.
Sabía lo que había que hacer en Toledo para dar un discurso coherente en sus museos. Oírle en las conferencias que daba en congresos de museos era una gozada por lo que decía y como lo decía. Su sentido del humor, su capacidad para sacar punta a cualquier tema, hacía que la sorpresa estuviera detrás de cada intervención suya. Hizo de la judería toledana un relato completo, cargado de pedagogía para explicar un pasado compartido.
Visitar el Museo de su mano era recibir una lección magistral por mucho que ya le hubieras escuchado. Era un fiel seguidor de Hugo Pratt y de su Corto Maltés, personaje del que Santiago era un poco su alter ego, como antihéroe que prefería la libertad y la fantasía antes que riquezas de cualquier tipo. Un día encontró en el libro a disposición de los visitantes del museo, una página con texto y dibujo firmado por Hugo Pratt. Alegría y frustración se mezclaron al verlo y saber que no pudo saludar al autor. Aprovechando que mi hija Ana estaba haciendo un curso en Venecia, para allá nos fuimos. La visita a la Casa Museo de Hugo Pratt era imprescindible. Allí, en el despacho del escritor, se puso la chaqueta y la gorra del Corto Maltés. La foto que le hice dejó prueba gráfica del cumplimiento de un sueño: el niño que todo adulto lleva dentro salió sin complejos. Todos disfrutamos.
Ya no podremos tenerte con nosotros, pero tu recuerdo y tu influencia nos ha marcado de tal manera que nunca nos dejarás del todo. Como amigo y amante de los museos de Toledo espero podamos aglutinar las voluntades que permitan realizar alguno de tus sueños aún pendientes, este sería el mejor homenaje que podríamos hacerte. Mientras, nos tomaremos unos churros en el Catalino a tu salud y charlaremos con Yasmina recordándote siempre. Gracias Santiago por lo mucho que has supuesto.