Martes a medio gas

J. Monroy
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Agosto se nota hasta en el mercadillo del martes. Ayer se noto una afluencia de público mucho menor que en otras ocasiones, confesaban los comerciantes a la sombra

Martes a medio gas - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Agosto es agosto hasta para el mercadillo del martes y algún comerciante a buen seguro que una mañana como la de ayer se preguntó por qué no se había ido de vacaciones. Puede ser que hayan bajado las temperaturas, pero apenas había gente. Pasado el mediodía, las chicharras iban a lo suyo e invitaban poco al movimiento. Más de un tendero se refugiaba a la sombra, casi con sopor, a la espera de algún cliente. Ni siquiera se escuchaban las clásicas voces de las mujeres que desde los tenderetes animaban a las clientas anunciando el mejor precio.

El de ayer fue un mercadillo a medio gas, con poco público, sobre todo gente mayor, a pesar de las vacaciones; más personas sentadas en los quioscos, que tratando de refrescarse con una horchata que comprando en los puestos. Y eso que las terrazas tampoco estaban tan llenas como en otras ocasiones a lo largo de todo el año, aquí y allí se veían huecos y era fácil encontrar una mesa vacía sin buscar demasiado.

En agosto se venda la mitad. En realidad, comentaban los comerciantes, la cosa había ido mejor a primera hora de la mañana, aunque en agosto nunca se vende demasiado, y esta ha podido ser el peor martes de este agosto. El problema, comentaba desde la sombra un vendedor de zapatos, es que no hay dinero, «la gente tendrá dinero para irse de vacaciones, pero para poco más», apuntaba. De forma que él se tomó la mañana casi como un paseo, un día perdido, «porque aquí no hay nadie».

Un compañero suyo, vendedor de ropa, que lleva 35 años en el mercadillo, apuntaba que «agosto es así, pero el mercadillo de Toledo ya no es lo que era». Cuando estaba en el paseo del Carmen hacía mucho más negocio. Entonces ha llegado a tener hasta probadores. Eran tres personas, y no paraban. Desde entonces el negocio ha descendido mucho en el martes. Ayer él y su mujer estaban sentados tranquilamente, aprovechando la sombra del tenderete, esperando a ver si se acercaba algún cliente, y eso que estaban ya liquidando. En el mes de agosto, apuntaba él y ratificaba ella, las ventas y el movimiento bajan a la mitad. En octubre se recupera todo y el negocio vuelve a su ser.

En realidad, eran muchos los tenderetes con grandes ofertas, todo al cincuenta por ciento o prendas incluso por un euros. Estaban liquidando ya los productos de verano. Pero eso no consiguió animar este mercadillo a medio gas, más para el paseo y un helado, para andar por la Vega sin los agobios de otras ocasiones, que para probarse la ropa y buscar la ganga.