Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


El sexo, el género y la ideología

07/07/2021

Dos acontecimientos, entre otros, han venido a entristecernos en los inicios de este verano. Uno es el brutal asesinato del joven Samuel, que si se demuestran sus motivaciones homófobas, nos indican hasta qué punto hay mucho por avanzar y lo mucho que se puede retroceder en lo referente a la tolerancia. El otro, el fallecimiento de la gran Raffaella Carrá. Pocas artistas han conseguido cantarle a la libertad con más naturalidad que ella desde la celebración de los ángulos más festivos de la vida. En la memoria musical aquella canción, ‘Lucas’,   con la  que Raffaella se acercaba con ternura al asunto de la homosexualidad. La actitud distinta y opuesta ante la libertad de los seres humanos queda  de manifiesto en esos dos acontecimientos.
Luego están las derivaciones ideológicas de todo, como la llamada ‘ley trans’, que viene ser la punta de lanza de Irene Montero en el conglomerado gubernamental, y que finalmente le ha ganado la batalla a Carmen Calvo, que algunos ya sitúan fuera del Gobierno en la remodelación que se avecina y con la que Pedro Sánchez pretende dar nuevo impulso a su negociado ante las encuestas adversas. La ley ha puesto en píe de guerra no solamente a una parte importante del PSOE sino a todo el feminismo clásico que la considera un ataque frontal a los fundamentos del feminismo de toda la vida además de un lío argumental de primer orden. Dicen que confunde de una forma muy torticera el sexo con el género. El sexo, que es algo biológico y científico, con el género, que son los estereotipos y los condicionantes culturales con los que hipotecamos lo biológico. La consideran además una frivolidad que deja en manos de adolescentes la única potestad necesaria para cambiar su sexo en un registro, sin ninguna autorización de los padres, sin ningún informe médico que lo acredite. El feminismo clásico reivindica también que el ser mujer no es algo que se pueda equiparar al ser transexual, son realidades distintas que requieren tratamientos diferenciados.
 Lo cierto es que el fenómeno transexual es muy complejo y requiere una atención específica por parte de los poderes públicos, sin buscar atajos efectistas como el que ha planteado la ministra Irene Montero, poniendo contra las cuerdas a buena parte del  movimiento feminista español. Conviene saber que los transexuales conforman  un colectivo altamente afectado por el desempleo y la precariedad, y ese sí que es un problema que hay que abordar pero con esta ley todas las políticas de inclusión laboral destinadas a ellos pueden resultar gravemente distorsionadas.
En los últimos meses el feminismo de nuevo cuño, más bien postmoderno, ha introducido una gran cantidad de farfulla en el debate sobre estos temas hasta el punto de hacer retroceder hacia posiciones retrogradas a una buena parte de la sociedad que había dado pasos adelante muy significativos en la aceptación de algo tan fundamental para la vida de millones de personas como es la libertad sexual.  La hojarasca ideológica introducida en el debate ha causado, además, una profunda división en el seno de la propia izquierda.
Hay un sector de la izquierda, incluso con posicionamientos radicales y anticapitalistas, muy molesto con poner la etiquita de ‘extrema derecha’ a todo que no transite por la vía del ‘Irene-Monterismo’, y están haciendo oír su voz con fuerza, incluso con ruidosas protestas callejeras, alegando que lo último que se puede perder es el norte del sentido común.
Tiene razón ese feminismo tradicional cuando afirma que en última instancia lo que hay que hacer es abolir el género y todos los prejuicios culturales que conlleva (cosa distinta al sexo). Esa es la batalla real, sin atajos, maquillajes y golpes de efecto destinados a marcar no sé qué perfil ideológico. La auténtica lucha es que la sociedad acepte que una niña a la que le gusta jugar con camiones es simplemente eso: una niña que juega con camiones y no una ‘marimacho’ jugando con camiones. Eso es comenzar la casa de la igualdad y la libertad sexual desde sus auténticos cimientos, sin impostaciones ideológicas.
Porque más allá de la ideología, que con frecuencia encierra los problemas en callejones sin salida, está la necesaria actitud de tolerancia y apego a la libertad, como bien sabía Raffaella Carrá que en cada una de sus canciones, tan festivas y extraordinariamente contagiosas, llevaba todo un mar de fondo se superación de las barreras, también ideológicas, que finalmente conducen a la melancolía.