De tal palo... Joseba Arguiñano

Maricruz Sánchez (SPC)
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Amante de los viajes y apasionado de su trabajo, el quinto hijo del televisivo chef se lanza con un primer recetario «disfrutón»

El vasco descubrió su buena mano con los postres gracias a su tía Eva Arguiñano

Karlos Arguiñano es uno de los cocineros más mediáticos y queridos de España. Así lo avala su amplia trayectoria televisiva, sus éxitos editoriales y su dilatada carrera profesional. Pero el vasco es, ante todo, un padre orgulloso. Más allá de la fama está la familia, y para el creador del Rico, rico...y con fundamento, este es su mayor tesoro. Joseba es el quinto de sus siete hijos y, como parece, el heredero de su carisma en la pequeña pantalla y quizá también de su popularidad en la sección de recetarios de las librerías. Arguiñano así lo augura, mientras le da la bendición en su estreno en estas lides: Cocina con Joseba Arguiñano (Planeta) es su carta de presentación.

Bajo este sencillo título, este joven de 36 años, amante del deporte y los viajes, quiere darse a conocer en un libro con el que aspira a convencer al público, más allá de la eclipsante figura de su progenitor. De la mano de 90 recetas, muchas de ellas presentes en su día a día, toca todos los palos, pasando del salado al dulce y otorgando un lugar protagonista a sus adorados panes.

«Lo reconozco: soy un disfrutón. Me encanta comer las elaboraciones de siempre, esa cocina más casera y tradicional con alimentos de primera calidad y en la que también hay espacio para innovar sin perder la esencia», afirma Joseba.

Sus propuestas, pensadas para todos los paladares y para cualquier ocasión, permiten preparar platos y postres deliciosos y presentar opciones tan innovadoras como frescas y divertidas. Con ellas, invita a que cada cocinero adapte las recetas a su gusto y anima a todos a cocinar sin miedo y con niños, porque entre fogones todo es atreverse.

Básicamente es lo que hizo él en sus inicios en el mundo de la gastronomía. Siendo un adolescente y con el carné de moto recién sacado, quiso comprarse una. Pero su ya por entonces famoso padre y su madre, Luisi, se lo dejaron muy claro: debía ganársela primero. Así empezó a cacharrear en los negocios de la familia y pudo descubrir, ya de paso, su verdadera vocación.

Joseba estudió cocina profesional en la escuela Aiala-Karlos Arguiñano; se formó en pastelerías como Escribà, en Barcelona, y la francesa Thierry Bamas; aprendió panadería avanzada en Suiza e hizo prácticas en el restaurante Akelarre de Pedro Subijana en San Sebastián. Pero fue su tía Eva Arguiñano la que despertó en él la pasión por la repostería, hasta que en 2013 fundó en el casco antiguo de Zarautz la pastelería y panadería JA.

En televisión también sigue los pasos de su padre. Colabora con él en Cocina abierta de Karlos Arguiñano en Antena 3; en ETB recorre Euskadi con el programa Historias a bocados y, de lunes a viernes, en Sukalerrian. «A mi aita creo que no lo supero en nada porque es un crack en todo lo que hace, pero yo le he dado a otras ramas en las que él no se ha metido, como el pan y el dulce, siguiendo los pasos de mi tía, y ahí creo que le gano», bromea.

Influencias del mundo

Heredero del don de gentes de los Arguiñano, Joseba defiende que su primer libro lo define a la perfección porque engloba sus recetas favoritas con influencias del mundo, aunque sin renunciar a la rica tradición familiar. Son, como sostiene, platos «aliñados» con vivencias propias y pensados para «compartir en una fiesta, para un picoteo o una merienda resultona con la cuadrilla».

Por su afición al surf, ha recorrido muchos países como Sudáfrica, Perú, Indonesia o Australia, viajes que le han permitido aunar su pasión por el deporte con el placer de descubrir sabores y elaboraciones nuevas. Esa parte de su personalidad está claramente reflejada en su obra así como su devoción por las masas, el pan y los postres.

Pero, ante todo, como buen chef «disfrutón», le entusiasma vivir la experiencia gastronómica con los suyos. En esas ocasiones, el que compra el producto es su padre, al que le encanta ir al mercado «y también quien más cocina», confiesa Joseba. «Es el más exigente con los platos con mi madre, aunque todos tenemos buen paladar», reconoce.