Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Las ganas de Corpus

15/06/2022

Si hay una palabra que está definiendo absolutamente el momento presente es la de 'ganas' hasta el punto que se ha convertido en el gran recurso para aliñar cualquier plato. Es el concepto más preciso que enlaza directamente con el estado de ánimo que estamos viviendo tras casi dos años de fuertes limitaciones. Sabemos que el virus no ha terminado, es más, sabemos que la gente se contagia ahora a mansalva precisamente por ese estar en la calle casi con total normalidad y sin mascarilla pero también tenemos la certeza que en general, y con tres vacunas puestas en muchos casos,  la enfermedad se lleva con ligereza y sin grandes trastornos, aunque no siempre.
Se imponen las ganas asociadas en cada momento al acontecimiento que  hemos dejado de vivir durante dos largos años de encierros y angustias. Ahora toca el Corpus, en Toledo, y vuelven los eventos típicos y La Tribuna con su Tarasca. La Ciudad Imperial saca su alma a pasear durante una semana de calor y color. Pocas fiestas en España llevan hasta tanto nivel de belleza la continuidad de una tradición secular en una repetición anual que, sin embargo, siempre resulta novedosa. Vayamos al origen. Siglo XIII, Lieja, Bélgica: el obispo del lugar acepta la solicitud de la religiosa Juliana de Cornillon de celebrar el Sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo en una fecha ajena a la Semana Santa. Afirmaba la monja que desde el inicio de su juventud el Señor le había instruido para que un día ella pudiera celebrar la festividad del Cuerpo de Cristo. A partir de aquí todo lo demás, y España a la cabeza siempre de los dogmas centrales del catolicismo. Toledo como punta de lanza.
Hoy es uno de los grandes reclamos de la ciudad, fiesta de Interés Turístico Internacional desde 1980, es la oportunidad de ver el casco histórico en todo su potencial y esplendor, presumiendo de su belleza con las mejores galas, sombreado con el toldo, oloroso a romero, tomillo y cantueso, con muros y paredes vestidas de reposteros, adornos y balconadas, a veces de gran valor. El cuadro es de una belleza asombrosa. Caminar en la noche anterior a la procesión por las calles antiguas es una gozada que solamente tiene una pega: la afluencia numerosa de público que en ocasiones limita la capacidad de disfrute de un paseo irrepetible. Sin embargo, hay otros días posteriores en los que se puede seguir haciendo, incluso con más tranquilidad aunque sin el cenit de esplendor de la víspera. Desde 1595, cuando salió la primera procesión, hasta hoy, sin variedades sustanciales, el Corpus Christi es en Toledo el santo y seña, la identidad celebrada con solemnidad y ligada a uno de los dogmas más esenciales del catolicismo, por más que dificultoso sea su entendimiento, o precisamente por ello.
Este es el fundamento histórico de las ganas de Corpus que se viven este año, ganas que no son de otra naturaleza que las ganas que se tuvieron ya de Semana Santa, tras los dos años de parón, o las ganas que se tienen de playa, de piscina, de charanga veraniega y de tórridas noches de verano. Son las mismas ganas proyectadas sobre distintos escenarios, las ganas de vivir la vida en su espuma, de lo que hemos estado privados durante unos larguísimos 2020 y 2021 que marcan ya una fractura en nuestra historia colectiva.
Las ganas de Corpus llegan, como siempre, como pórtico festivo a un verano que ha comenzado con una ola de calor que entre las piedras del casco toledano se hace especialmente sofocante y no es el factor más favorable para una festividad que, todo hay que decirlo, luce más cuanto más primaveral sea  y cuanto más pronto nos caiga en el calendario, algo que depende de la celebración de la Semana Santa con el Corpus siempre como el jueves siguiente al octavo domingo después del Domingo de Pascua, de manera que con el Corpus a veces despedimos a la primavera y otras más bien recibimos el verano. Este año, tan repleto de ganas, será más bien de estos últimos. Calor toledano que se hace llevadero bajo el toldo que se coloca al paso del Santísimo y del que nos aprovechamos todos durante unas cuantas semanas, un regalo para una ciudad que en las fechas más tórridas del verano se convierte en una singular e inconfundible concentración de calor intenso que este año, a buen seguro, hará que muchos toledanos se vayan con sus ganas de todo a buscar el frescor por otras latitudes, siempre después del Corpus.