El padre está dispuesto a afrontar las consecuencias de no devolver al niño retenido en Ecuador

J.A.J./Toledo
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Reconoce que ha incumplido la sentencia de divorcio, pero asegura que el chico quiere quedarse con él en Quito, donde ha sido escolarizado

«Yo sé que, en cuanto a la ley española, infringí el dictamen del divorcio, pero antes de la ley está mi hijo». Así se manifiesta desde Quito Leonardo Ramio, el padre del niño de Illescas que no ha retornado con su madre y permanece con el progenitor en Ecuador.

Tras la denuncia por retención ilegal que ha presentado contra él la familia materna en España, Armas asegura estar dispuesto a pleitear desde el país sudamericano para que su hijo no sea repatriado. Asegura que es el menor el que desea seguir a su lado en la capital ecuatoriana tras cumplirse el periodo de visitas de este verano que tenía asignado tras romper con su exesposa, Mercedes Jurado.

Armas, ciudadano ecuatoriano que también obtuvo la nacionalidad española tras permanecer en este país hasta hace unos años, asegura que vive soltero y con un trabajo estable, lo que le permite atender las necesidades del pequeño Álvaro. De hecho, lo ha escolarizado ya en un colegio privado, en el que afirma que ya tiene un nuevo entorno de amistades.

En cuanto a su enfrentamiento con la familia materna, les culpa de dar datos inciertos sobre su relación con el menor. Entre otras cosas, le ha molestado la declaración de la actual pareja de su exmujer de que ni siquiera le enviaba un regalo por su cumpleaños. Añade que el acuerdo que tiene con su hijo es de darle todos los presentes de fechas señaladas, como el cumpleaños o la Navidad, cuando le visita en verano.

También señala que  su hijo está enojado con su familia española al tener que mudarse con su madre, tras el divorcio, desde Barcelona a Toledo y tener que convivir con la familia de su padrastro.

Armas declara, sobre la imposibilidad que denuncia la madre de contactar con el niño por teléfono, que es el propio hijo quien no quiere hablar con ella. Asegura que al menor le «indigna» la campaña de presión puesta en marcha por la familia materna para su retorno, y que hace lo posible para que el niño atienda las llamadas de la mujer.