Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Castellanos

26/05/2022

El 31 de mayo celebramos el Día de la Región para conmemorar la constitución de las primeras Cortes de Castilla-La Mancha. El gobierno de Page ha elegido Puertollano como sede de un acto en el que repartirá 32 condecoraciones. Ahí es nada. Tal vez con un evento, que se adivina largo y tedioso, se intenta suplir la falta de identidad de una Comunidad que se creó artificialmente y que, cuarenta años después, celebra su fecha más señalada sin que la mayoría sepa el porqué.
El primer presidente autonómico, Jesús Fuentes, testigo de la gestación del actual modelo de Estado, me contaba en una entrevista las tribulaciones que precedieron a la constitución de esta Comunidad, aquellos tiempos en los que los toledanos éramos considerados 'señoritos' por nuestros paisanos autonómicos. Después, avatares de la política y artimañas de José Bono, le apearon del cargo. Una historia que habrá que contar.
Seamos realistas: pocos atributos tenemos en común las gentes de esta tierra, salvo una realidad histórica: somos castellanos. Austeros, duros, fuertes, capaces de conquistar el mundo. No olvidemos otra de nuestras riquezas, que no constituye un hecho diferenciador, sino integrador: el idioma. Más de  500 millones de personas, se dice pronto, hablan el castellano. Pero los sucesivos gobiernos, presidencialistas y personalistas, no han sabido aprovechar nuestra situación, en el corazón de España, ni los valores patrimoniales y paisajísticos de esta vasta extensión de terreno a la que llamamos Castilla-La Mancha. Tampoco han contribuido a crear esa conciencia regional que muchos ni siquiera echan de menos. No estaría de más que las Cortes se acercaran a sus electores, porque después de cuarenta años, siguen muy ajenas a los ciudadanos. Pocos saben cuántos diputados tiene el Parlamento. En la sede de la soberanía regional ni siquiera se confrontan ideas entre el presidente de la Junta y sus adversarios, como vemos por ejemplo cada semana en la Asamblea de Madrid. La falta de ilusión es contagiosa y así andamos por aquí, sumidos en la apatía, la monotonía y el hartazgo, resignados ante un futuro que nos condena a permanecer al albur de los privilegios de las Comunidades nacionalistas, mientras siguen esquilmando nuestro Tajo con los trasvases del Gobierno central, la falta de depuración de las aguas y la obra de la Tubería Manchega, auspiciada por el propio ejecutivo autonómico.
En Toledo, capital elegida en su día tras un arduo debate, solo tenemos por las nubes un turismo desbocado y el IPC. Ni residencia de mayores nos ha quedado en el Casco. Aprovecho para reivindicar el Hospitalito del Rey. Otra vez. El urbanismo voraz amenaza terrenos que no fueron contemplados en la declaración de Barreda de 2006 para proteger la Vega Baja. Y ahí sigue el edificio del Quixote Crea, una mole aupada por el mismo expresidente que, en sus memorias, detalla su amor apasionado en los Cobertizos. Qué necesidad había de entrar en esas intimidades. Tenía que decirlo, aun sin venir a cuento.
No obstante, celebramos la autonomía con logros como la Universidad, unos parques naturales fantásticos y mucho empleo en la administración. Comunidad con bandera pero sin himno, sobrada de propaganda, ¡ay!, pero poblada de gente orgullosa, a la que hay que invitar a levantar la voz y a luchar por lo suyo, reivindicando ese espíritu que hace cinco siglos puso en jaque a un emperador. ¡Feliz Día de la Región, paisanos!