Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Soleras de 20 años

16/05/2022

¿Cuántas cosas podrías recordar que ocurren en dos décadas? y ¿cómo ordenar los principales hitos para entender dónde estamos y hacia dónde vamos? ¿Cómo recuerdas que era el campo hace veinte años y en qué posición piensas que está hoy para encarar los principales desafíos?
La vuelta a Fenavin y su vigésimo cumpleaños, celebrado esta semana con retraso por la pandemia, me ha permitido hacer esta reflexión y mirar a los inicios. Porque entonces nació una feria moderna, sin complejos, y con una clara aspiración a convertirse en un referente nacional e internacional que logró prácticamente desde la primera edición.
De hecho, abrió sus puertas mostrando vigor y terroir con un valiente planteamiento comercial que enraizaba pese a no haber resuelto todavía algunas carencias estructurales que dificultaban la travesía comercial tras la vendimia en la alta mar de las viñas y viñedos que inundan La Mancha seca.
Con la entrada en el nuevo siglo fraguaba sin embargo un compromiso impulsado por la primera Ley de la Viña y el Vino contra el inmovilismo para arribar a puerto con un mapa varietal que comenzaba a expandirse gracias a una millonaria línea de reestructuración y de reconversión que ha cambiado el relieve de más de 200.000 hectáreas.
El vaso se emparraba o se arrancó, y entre tempranillos y airenes, se plantaban, con más o menos acierto, otras variedades desconocidas como la cabernet, el sauvignon, el chardonnay, el macabeo o el syrah al tiempo que perdíamos de cuajo el mejor patrimonio por algunos cantos de sirena de una Europa que no siempre acierta, que tan pronto va como viene.
Nacieron las primeras ayudas FOCAL para fomentar la mejora de la calidad agroalimentaria. Las bodegas y cooperativas elevaron así la altura y y el número de molinos de acero inoxidable sin haber resuelto aún el problema de excedentes vendimia tras vendimia, mientras Bruselas pedía cambios, arranques y otro orden productivo distinto al granel.
Se anunciaba el final de una destilación que no llevaba mas que a un letargo ante las tempestades comerciales, tal y como dijo en Malpica de Tajo (Toledo), en la hoy desaparecida bodega Osborne, Marian Ficher Böel, comisaría de Agricultura de la Unión Europea que pasó a la historia por esta revolución.
Rompió la dinámica, suprimió las ayudas a la 'quema' y lanzó una estrategia sin retorno que ha impregnado después el resto de políticas agrícolas y ganaderas en cada una de sus reformas.
Ocurrió también con la desaparición de cultivos como la remolacha, con el final de la intervención pública y otros almacenamientos costeados con dinero público para centrar el reparto del presupuesto -que por cierto iba a menos según nos extendíamos al Este- en apuntalar la renta de los productores, y favorecer un mayor desarrollo rural para acelerar, por ejemplo, la incorporación de jóvenes.
En estos cuatro lustros de soleras, las denominaciones de rogien se han puesto las pilas; algunas cumplen ahora veinte años o están a punto de cruzar la frontera como Ribera del Júcar o Uclés. La propia IGP 'Vinos de la Tierra de Castilla' logró catapultar el embotellado de un vino muy digno en una región acostumbrada hasta entonces a la cisterna y a la venta en la puerta de casa.
Por imperativo legal se creó una Fundación para esta 'Tierra de Viñedos' que recaudó hasta 16 millones de euros del bolsillo de todos para promocionar los vinos. No le faltaron detractores; quizás fue adelantada a su tiempo lo que hizo que casi desapareciera por el camino. De hecho, parece milagroso que haya llegado hasta hoy con los últimos dineros que sobraron, gracias también a las inyecciones de la interprofesional española (OIVE).
Desde el punto de vista de la competencia, algún 'pacto de precios' trajo consigo el principio del final de ciertos vicios en las relaciones comerciales que, años después, han puesto fin la Ley de la Cadena Alimentaria. Y en esa travesía nos encontramos.
 Asimismo, muchas cooperativas, -estructura económica y social dominante en el territorio-, han iniciado un periplo hacia la integración. Algunos proyectos destacados reman y navegan conjuntamente, otros hacen aguas o intentan evitar el naufragio volviendo solitarios a puerto, aunque todos han conseguido divisar nuevos mundos allende los mares gracias a la aventura de la exportación.
Y desde este domingo, vuelven a salir de viaje para atracar en la Prowein de Düsseldorf (Alemania). No queda otra si quieren anticiparse a posibles marejadas mientras las cepas empiezan a cerner.