Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Alberto, sesenta años

13/10/2022

Al conocer la muerte de Alberto Sánchez, Pablo Neruda, fraternal amigo, escribió que el escultor toledano era uno de esos grandes árboles que «en lo alto tenía pájaros y pararrayos, alas para volar y magnetismo tempestuoso». Ayer se cumplieron sesenta años de su fallecimiento en Moscú. De forma sencilla, Ayuntamiento y alumnos de la Escuela de Artes le han recordado depositando unas flores ante la pequeña réplica de su imprescindible 'El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella' que hay en la plaza de Barrio Nuevo.
Hablar de Alberto en Toledo es poner el dedo sobre una de esas llagas que nunca curan y toda la vida duran. Cierto es que la reivindicación de su figura e influencia en el arte español del siglo XX están ahí. Da nombre a un colegio público y a un paseo en Polígono residencial; una placa le recuerda en su barrio natal de las Covachuelas; su 'Mujer toledana' preside el paseo de Merchán y acoge cada mes una concentración contra la violencia machista; tiene dedicado el parque de Safont, donde se encuentra la hoy vandalizada 'Mesa de Alberto' ofrecida por artistas toledanos en el centenario de su nacimiento; es 'Hijo Predilecto' de la ciudad; y se prodigan publicaciones dedicadas a él, como la colectiva impulsada en 2017 por el editor Alfredo Copeiro o una reciente biografía firmada por Ángel del Cerro. Pero el mejor homenaje que puede hacérsele a un artista es conocer y disfrutar sus obras, y con Alberto, aquí, aún tenemos ese debe por corregir.
Salvo las dos piezas citadas y alguna otra en una entidad oficial, el resto de cuantas tiempo atrás podían verse en Toledo permanecen 'hurtadas' desde que hace más de dos décadas cerró el Museo de Arte Contemporáneo, para el que su familia cedió una veintena de dibujos y esculturas. En el reciente Debate del Estado de la Región, el presidente García-Page ha reiterado que Alberto dispondrá pronto de un espacio propio en el complejo artístico de Santa Fe. Cuando así sea, por fin se despejará ese baldón que hoy empaña nuestra relación con este «magnético inventor de formas» (como le llamó Alberti), quien en sus obras siempre cantó a la España ibérica y a la vida, evocando su infancia toledana. «No te acerques a Alberto -escribió Miguel Hernández- si tienes un alma corta de sentidos y no te canta un pájaro apasionado en el alma».