Oda a la pureza impertérrita de Sergio Rodríguez

Mario Gómez / VILLASECA
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El abulense firmó dos faenas de toreo clásico y puro, pero la espada se llevó el triunfo mayor. Baltasar Ibán lidió un encierro notable con muchas posibilidades, José Rojo y Diego García mostraron sus bazas y saludaron desde el tercio

Sergio Rodríguez se presentaba en Villaseca y firmó sendas faenas de importancia. - Foto: Dominguín.

Dejó grata imagen en el saludo Sergio Rodríguez al que cerraba el festejo pero el picador recetó un puyazo muy dañino. El animal sangró mucho y la incertidumbre se mantuvo hasta que el novillero cogió la muleta y se dobló en redondo con el animal. Centró pronto la atención de los aficionados, Disipó pronto las dudas encajandose desde antes de citar y ofreciendo la femoral sin ventajismos. ¡Qué bonito es el amor! gritaron desde el alto de un tendido, por la faena que llevaba amasando durante toda la tarde un conocido empresario de los desguaces con su acompañante, mientras que Sergio Rodríguez daba una lección de gusto, pureza y clasicismo. Qué concepto tan auténtico, y que ayuno de ello está el toreo. Media docena de muletazos de cartel entre otro puñado de muchos y buenos. El final fue muy torero, pero el final no fue el deseado. Dos pinchazos se llevaron las dos orejas y quedó todo en una vuelta al ruedo con mucho mucho peso.

Sergio Rodríguez ya había recibido al tercero variado con el capote. El guapo y acodado colorado, respondió bien a los cites del abulense que alternó chicuelinas con verónicas y una larga. Igual de lucido fue la colocación al caballo, al que Santanero fue en dos ocasiones dejándose pegar. Empezó de rodillas en el tercio el trasteo, dando un cambiado como final de tanda en el que salió trastabillado. Ya de pie, mostró un concepto asentado de riñones hundidos y de valor sereno. Un trazo largo y un corte muy muy puro, con pellizco artista. Muy importante la labor. Recordó a grandes toreros en sus mejores tiempos,  pasando tan a pitón contrario y con el mentón tan hundido corriendo la mano tan despacio.  Hizo un serio esfuerzo ante un notable y noble Iban. Recetó un volapie marcando los tiempos y  muy despacioso. Tardó en doblar y le recetó un golpe de descabello certero que puso en su mano una oreja de muchísimo peso.

Salió en primer lugar un castaño bonito, armónico y un puntito bizco, al que José Rojo quiso fijar en el capote y no se centró hasta el inicio de la faena de muleta. El extremeño apostó desde el comienzo con una arrucina en los medios y una serie no ceñida pero si de buen trazo. Rojo alternó ambas manos, hasta que un doblón genuflexo hizo rugir a un público que no terminó de entrar en la faena. Cuando se fue a por la espada, aún tuvo tiempo de recetar un cierre por manoletinas, incluso con una de rodillas, antes de tirarse a matar dejando una estocada tendida en la que el novillo casi no le dejó pasar. Requirió de descabello y quedó todo en ovación con saludos para el torero, y ovación para el toro que repitió con codicia y entrega.

Oda a la pureza impertérrita de Sergio RodríguezOda a la pureza impertérrita de Sergio Rodríguez - Foto: DominguínAl cuarto lo recibió Rojo genuflexo. Muy estético a la vez que torero. A la muleta llegó agarrado al piso y a pesar de que Rojo quiso ahormarlo de inicio doblándose por bajo, el animal no terminó de romper hacia adelante, ni el novillo ni la faena, afanándose en estar delante pasándose de faena y recibiendo algunas protestas. A la postre recibió las palmas de sus partidarios, saliendo a recogerlas y recibiendo pitos también. División.

Ante el segundo de la tarde Diego García mostró que está placeado. Quiso hacer cosas que no se materializaron pero el novillo tampoco se prestó a la mayor. Estuvo digno el madrileño en una labor que deambuló entre un complicado tercio de banderillas y un desarme en la muleta destacando un ayudado por alto cuando ya llevaba la espada de matar. Una estocada arriba, aunque algo atravesada, que requirió de descabello, dio con el de Baltasar Iban en el suelo.

Diego García mostró que es un torero con bastante bagaje.
Diego García mostró que es un torero con bastante bagaje. - Foto: Dominguín
Al quinto lo recibió variado Diego García y la gente rompió a favor de obra con la segunda vara de Rafael Agudo, por preparación y colocación, candidata a la mejor de la feria. Con la muleta se fue a los medios con la izquierda y le dejo que fuera y viniera aprovechando la inercia. Por el derecho buscó mayor mando y se volvió protestón. Al volver al izquierdo hubo los mismos enganchones que por el derecho pero con peor condición. Siguió alternando las manos sin más jaleos que los de sus partidarios. La espada viajó caída.