Apuesta por recuperar una gran Joya de Toledo

J. Monroy
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La Escuela de Arquitectura vuelve a abrir el debate sobre la recuperación del Circo Romano, en la que ya trabajaron varios alumnos hace tres años en sus proyecto de fin de carrera

Apuesta por recuperar una gran Joya de Toledo

Una de las grandes apuestas de ciudad de la Escuela de Arquitectura de Toledo, entidad muy implicada en el desarrollo no solo residencial del municipio, ha sido y sigue siendo la recuperación del Circo Romano. No se trata de reconstruirlo en su totalidad, evidentemente, ni de tirar la Venta de Aires, ni de talar árboles. Se trata de poner en valor una de las joyas olvidadas de Toledo, quizás reconstruir algún pequeño fragmento, como hacen en otras ciudades, y desde luego darle el protagonismo que se merece tanto para los toledanos, como para los visitantes. Un escrito reciente del profesor Javier Vellés, recordando un proyecto fin de carrera de una alumna de hace tres años, quiere poner de nuevo sobre la mesa el debate sobre el Circo Romano.

«Nosotros consideramos que ha llegado el momento de hacer algo en la Vega Baja. Y la Vega Baja, ya lo dijo la alcaldesa, no es solo el parque arqueológico y el Circo Romano», apunta el director de la Escuela, Juan Mera, convencido de que «el que tengas un circo romano en Toledo es como un regalo de los dioses». Mera recuerda que el Circo Máximo de Roma es un espacio socialmente aprovechado y visitado por los turistas, «pero no es nada». Toledo tiene la suerte de contar con más restos todavía, y desde la Escuela quieren que la ciudad comience a tener en cuenta su Circo y lo visibilice.

Una propuesta. Hace tres años, varios alumnos de la Escuela trabajaron sobre el Circo Romano en su proyecto de Fin de Carrera. Javier Vellés se centra en su escrito en uno de ellos, el de Laura Díaz Palomo, que ya publicó en su día La Tribuna y que ahora el profesor ha recreado insertado en su espacio. Aunque, reconoce Mera, había otros proyectos interesantes. Lo importante es que se abra el debate.

Apuesta por recuperar una gran Joya de ToledoApuesta por recuperar una gran Joya de Toledo - Foto: Víctor BallesterosEn 2019, Díaz Palomo, estudiante de la Escuela de Arquitectura de Toledo, presentó su proyecto fin de carrera en el que se dibujaba una propuesta de reconstrucción parcial del Circo toledano. «Era una proposición sensata y muy atractiva, dibujos de una porción transversal de la reconstrucción ideal e hipotética del monumento; con el graderío menor, al SE; la espina con un obelisco, en el centro; y el graderío mayor, al SO. Ocupaba el tramo de la avenida de Carlos III que discurre sobre los restos del monumento y una estrecha banda adyacente sobre el parque Escolar que no afectaba a los grandes árboles», explica Vellés, quien recuerda que la propuesta fue publicada en la Tribuna de Toledo el lunes 19 de agosto de 2019, con el titular «Imaginar el todo desde la parte». Meses después, Jesús Fuentes en su columna Ángulos invertidos, celebraba los diez años de la Escuela de Arquitectura de Toledo y comentaba la «reconstrucción parcial alusiva a un circo que permanece casi olvidado», propuesta de la Escuela que le hacía pensar en un futuro esperanzador.

La idea, por lo tanto, apunta Mera, es «reconstruir un trocito de un templo, como se hace en Sicilia, o todas partes», para que todo el mundo se haga cargo de lo que allí había. Esto, recuerda el director de la Escuela, sería muy barato, y se haría «sin tocar ningún restaurante, ni nada». Tan solo habría que cortar la calle Carlos III, tal y como ya prevé el adelanto del nuevo Plan de Ordenación, para dar la lógica importancia al Circo. Nadie se imagina el Circo Máximo de Roma atravesado por una carretera, y en Toledo se quiere hacer lo mismo.

Vellés recuerda que el Teatro Romano de Mérida llegó destruido al siglo XX. Hay una foto de Laurent, hecha en 1867, en la que se ven las ruinas del graderío alto saliendo de un campo de alfalfa; el frente escénico había desaparecido. En 1910, el arqueólogo José Ramón Mélida  inició las excavaciones. En los años sesenta, el arquitecto José Menéndez-Pidal reconstruyó la escena (todavía hoy incompleta). En los años ochenta, Dionisio Hernández Gil adecuó las gradas para la seguridad y comodidad de los espectadores que aún siguen disfrutando de los festivales nocturnos de teatro clásico que se celebran en verano. «Y, en Toledo, hay autoridades académicas que todavía siguen pensando que la reconstrucción cuidadosa de una pequeña parte del circo es una aberración. Por favor, reconsideren su postura», argumenta el profesor. Cualquier ciudad europea daría visibilidad a las ruinas de su Circo Romano, apunta.

Más apoyos. Vellés continúa en su artículo recordando más argumentos a favor de actuaciones como la de Díaz Palomo. El 26 de febrero de 2021, Jesús Fuentes insistía y decía que, si el proyecto se llevara a cabo, «estaríamos ante una de las actuaciones más espectaculares de Toledo y de España de los últimos tiempos». Hay otros comentarios públicos que alaban la idea. Por ejemplo: la historiadora del Arte y relevante guía turística, Pilar Gordilla Isaza, calificaba de adecuada la propuesta y alababa que se construyera sobre la avenida de Carlos III integrando la centenaria Venta de Aires, sin dañarla. Vellés recuerda que el 28 de febrero de 2021, el famoso hispanista irlandés Ian Gigson, en el magazine Liarla Pardo de La Sexta, decía que fue a la Venta de Toledo a comer perdiz y se encontró con un impresionante circo romano desconocido. La popular entrevistadora tampoco lo conocía.

Otras alternativas. Y si el proyecto de Díaz Palomo no es del gusto de la ciudad, hay otros. Recuerda Vellés que en los dos últimos años, alumnos de la Escuela han seguido estudiando las ruinas del Circo. Blanca Cogolludo y Víctor López perfeccionaron el plano de los alrededores y las plantas, alzados y secciones de la propuesta de reconstrucción hipotética. Se discutió sobre las controvertidas reconstrucciones. Se habló de los numerosos centros de interpretación que han ido apareciendo por la Península, y de la importancia aparatosa de algunos que acompañan, a veces, a restos arqueológicos insignificantes, sin que nadie proteste.

La estudiante Claudia López decía que la propuesta podía presentarse como el centro de interpretación del circo romano de Toledo, donde explicar que es una construcción actual con la forma de una porción del Circo y que podría demolerse al cabo de unos años si fuera conveniente. En los próximos tiempos, serviría como lugar de encuentro de los que quieran conocer el extraordinario monumento. Acogería a los visitantes y les ayudaría a entender el lugar, divulgando las explicaciones de los restos arqueológicos del Circo del que formaron parte en tiempos de esplendor. Y esto ocurriría bajo las nuevas bóvedas inclinadas del graderío, que emularían a las que tuvo la antigua estructura de las gradas (aún pueden contemplarse entre los restos del graderío de la curva). Habría paneles con planos y dibujos, maquetas y pantallas con proyecciones audiovisuales, información, tienda con librería, refrigerios y lavabos. En los dos extremos de avenida cortada se organizarían los aparcamientos en doble batería, aprovechando la calzada. Las aceras no se cortarían, los caminantes podrían cruzar el parque, continuando su ruta y contemplando el fragmento reproducido, o simulado (o reconstruido), del Circo. Y si no nos alcanza alguna guerra absurda, ni cae sobre nosotros ninguna plaga bíblica, quizá, dentro de doscientos años, estará reconstruido, como tantos otros monumentos. Lo importante es que comience el debate.