Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


28-O

27/10/2022

Se cumplen cuarenta años de la victoria socialista en las elecciones de 1982. Por primera vez, un siglo después de su fundación, el PSOE ganaba en solitario el gobierno de España. Lograron más de diez millones de votos y 202 diputados. Tan masivo apoyo respondía a la creciente necesidad social de avanzar en la consolidación de la democracia, ampliar las libertades recuperadas en la Transición e incorporarnos al contexto internacional y a la Europa del bienestar.
Haciendo realidad aquello de 'Por el cambio', España cambió. Durante los catorce años que gobernaron los socialistas hubo avances esenciales en la educación y sanidad públicas, las pensiones, los derechos sociales, la modernización de las infraestructuras o el Estado de las Autonomías. Eventos como la Expo de Sevilla o las Olimpiadas de Barcelona, nos hicieron brillar sin complejos ante el mundo. Pero en este aniversario, no debe verse solo el haz. Conforme los gabinetes de González se sucedían, también fueron acumulándose desencantos que terminaron por pasarle factura: la entrada en la OTAN, la huelga general de 1988 y la ruptura con la UGT, los GAL, los episodios de corrupción de Roldán, Mariano Rubio, Juan Guerra o el caso Filesa, la dura reconversión industrial en la siderurgia, la minería y el sector naval, o las reiteradas medidas económicas de corte liberal. Semejante envés avivó desengaños, recelos y la inveterada fractura que, desde mucho tiempo atrás, existe entre el PSOE y su izquierda política y social.
Gobernar implica gestionar la realidad e intentar solucionar los problemas comunes. Aquellos años ochenta presentaban situaciones complejas, con notables desajustes económicos, sociales y laborales. Juzgar las luces y las sombras de cuanto entonces aconteció con la perspectiva del hoy no es sencillo. Y mucho más si la cabeza emblemática de aquello, Felipe González, ha transmutado en un personaje controvertido, y para muchos insoportable, a quien yo hoy no votaría. Pese a esta apreciación personal, este aniversario merece ser recordado como una fecha histórica y como homenaje a quienes desde las Agrupaciones y las Casas del Pueblo la hicieron posible. Cada uno de quienes vivimos el 28-O llevamos en nuestra mochila un sentimiento propio y distinto. El mío fue de esperanza y alegría. ¡Enhorabuena, amigas y amigos socialistas!