En estos días, en los que abandonamos la mascarilla de una forma tímida, me atrevería a decir casi pudorosa, me parece oportuno y conveniente no olvidar a aquellas personas que han sido los verdaderos héroes y heroínas que han luchado en primera línea contra la pandemia; las y los trabajadores.
En el imaginario colectivo, gracias en gran medida a las titánicas producciones norteamericanas, somos tendentes a pensar que los 'salvadores' de la humanidad aparecen por la noche portando un antifaz para que no les reconozcan, sin darnos cuenta de que realmente portan un EPI y viven entre nosotros.
Tras estos dos duros años, se puede concluir que sin el factor trabajo, con un largo listado de profesionales imposible de reproducir, como el sanitario, el investigador, el de limpieza, el logístico, la ayuda a domicilio, la industria… la sociedad no hubiera salido hacia delante con la rapidez y los niveles de recuperación alcanzados a día de hoy. También, ayudados con figuras como los ERTES, que con la reforma laboral siguen entre nosotros, y que han permitido tener hibernado el modelo productivo, favoreciendo la incorporación paulatina del resto del personal, hasta poner todo a pleno rendimiento.
La respuesta del sector público, la pertenencia a la UE y el buen funcionamiento del diálogo social han demostrado ser pilares insustituibles para abordar cualquier contratiempo como pueden ser, ahora, el incremento de los precios por la Guerra de Putin.
Mi tendencia al optimismo, estado de ánimo que siempre ayuda para salir adelante, no me impide ver a los villanos actuando como comisionistas de alta alcurnia o bien emparentados, disimulando sus fechorías con el ruido de las cacerolas que anhelaban los golpes de otros tiempos, que contrastan con el mayúsculo esfuerzo de la España que sí madruga, sí trasnocha y sí hace guardias frenéticas de varias jornadas mientras es insuficientemente retribuida  e infradotada de medios como consecuencia de la elusión fiscal de los 'malos' que huyen en yates y jaguars.
No busco concluir esta columna haciendo un llamamiento a las manifestaciones del 1 de Mayo, a la que sin duda, considero importante nutrir, ni tampoco busco cuestionar la demagogia fiscal que se verbaliza de manera irresponsable desde algunos postulados que erosionan la protección social y los servicios públicos. Considero más relevante llamar la atención y denunciar la siniestralidad laboral, una lacra y un problema de primer nivel con el que millones de héroes y heroínas están amenazados cada día y que sigue siendo deficientemente abordada, tratada vergonzosamente como un mero suceso y respondida en muchas ocasiones desde la irresponsabilidad empresarial y con políticas pírricas e ineficientes, que nos deberían llevar a reflexionar.