Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


La Educación ha muerto, ¡viva la Educación!

06/04/2022

No saber dónde ubicar el Cabo de Ajo, o el de Machichaco, Finisterre o el Cabo de Gata, la Costa del Sol o La Costa Blanca, no será fruto de una errata, será fruto de nuestra dejadez por mantener un mínimo de calidad en la enseñanza de nuestros pequeños.
La izquierda, tan progre, achaca la enseñanza universal al toque de la varita mágica como un don divino, pero laico, por el que ya nazcan, los niños, sabiendo. El confundir el esfuerzo, el mérito, la evaluación de los conocimientos como una fuente inagotable de traumas, inadaptaciones y carencia de empatía, supone minar el futuro de las generaciones futuras.
Qué más da que estés en Alicante y sitúen Toledo junto a Murcia. Qué más da que se prioricen los derechos de un animal, sobre el derecho a la vida de un feto humano. Qué más da que la historia sólo cuente las consecuencias, pero no reflexionen sobre las causas de los hechos históricos. Qué más dará confundir el Gótico con el Románico. El Greco con Luca Doncic o Lisboa con Ronaldolandia.
Los mediocres 'han tocado pelo', y pisando moqueta han logrado imponer un ideario muy cool: matar la capacidad de crítica.
El predisponer a la juventud, sindicatos y demás tropa aspirante al amancebamiento de las subvenciones a los posibles cambios que, en un futuro próximo, habrá que acometer, para revertir esta situación, es el siguiente paso en esta ingeniería social a la que nos estamos viendo sometidos.
Nos borran la historia, nos obligan a no sentir orgullo por nuestros antepasados y nos meten con calzador toda la bazofia creada para quedar bien con las minorías identitarias, con los grupos anarcosindicalistas y con toda la ralea que sólo busca vivir de la mamandurria.
La Educación ha muerto, a manos de los que nunca han querido ser educados, a cambio de la sumisión perpetua a la que conduce la ignorancia, la burricie y el ceporrismo ilustrado.
No habrá investigación, sino adoquines con patas que arreglen las cosas a lo bruto, o a lo Iglesias y la CUP, rodeando el Congreso, amenazándolo o simplemente acallando su voz con la censura de la mediocridad acrítica y cómplice ante sus fechorías. Ya vendrán tiempos mejores e incluso peores, que diría aquel.