A veces da la sensación de que uno no hace más que despertar de un largo sueño. No hablo de la vuelta de las vacaciones, que podría parecerse. Hablo de la crisis energética que nos está amargando la 'vuelta al cole', y que nos precipita hacia un otoño y un invierno de lo más aterrador. Si con la pandemia nos imaginábamos en el Apocalipsis, ahora no sabemos ya qué calificativo utilizar para estos meses que vienen. Poco menos que nos estamos asomando al muro de Invernalia –es de Juego de Tronos, para los que no la hayan visto– sin saber qué nos va a venir ni cómo hacerle frente. ¿O sí?
Ayer mismo el presidente del Gobierno de España anunciaba una rebaja en el impuesto del gas del 21% al 5%. Todo por la clase media decía Pedro Sánchez. Ayer, cuando llevamos desde que Putin decidió invadir Ucrania recibiendo avisos de que la energía era estratégica en los planes del presidente ruso. La inflación sigue disparada, y la merma en los bolsillos de nosotros, los ciudadanos, es en muchos casos irreparable. En abril ya había voces que pedían rebajar cargas de este tipo, pero el mercado era el mercado, y la economía inescrutable. Nos decían que mientras el gas fuera la energía que marcara el precio de toda la electricidad, viniera de donde viniera, poco había que hacer. Así es nuestro mercado eléctrico. Como tampoco regular otras variables porque podrían acusar de intervencionismo. Pero aquí estamos, con la Comisión Europea advirtiendo de que puede meter mano en el mercado eléctrico y España anunciando la bajad del IVA en el gas para octubre.
Cabe preguntarse en este punto si todo esto, en vez de tanta advertencia, no podría haberse hecho antes. Las señales ya estaban ahí. Putin lleva meses sonriendo con la mano en la llave del gas y mirando cómo nos peleamos en Europa. Se ha decidido incrementar las reservas de toda Europa hasta el 80% de su capacidad para hacer frente a este invierno de escasez. Se nos ha pedido reducir el consumo de los aires acondicionados y contener la calefacción cuando llegue el frío. Lo de apagar los escaparates y monumentos por la noche ya me parece anecdótico, pero como ha dado tanto juego este verano lo menciono. Desde el Gobierno nos advierten que será un invierno duro, complicado y frío. Pero es ahora cuando se decide una rebaja en el impuesto del gas.
Y digo que parece un despertar de un largo sueño porque antes el mercado era intocable. Estábamos atados a la liberalización de los mercados. La economía no funciona de manera racional, se rige por impulsos. Y ahora descubrimos que no, que se puede regular rozando lo que algunos clásicos llamarían intervencionismo. Y ocurre cuando muere Gorbachov, que abrió las puertas de Europa a la «madre patria Rusia». Justo lo contrario que está haciendo Putin.
Ahora que nos desperezamos, cabe preguntarse si hay otras medidas que podrían ponerse en marcha, y pedir que se apliquen sin esperar a la oportunidad que brinda anuncio. Bienvenidos al nuevo curso.