A partir de hoy, Miércoles de Ceniza, fecha que marca el inicio de la Cuaresma, las mujeres públicas de otros tiempos, a modo de circunstancial penitencia, debían tomar vacaciones forzosas y les quedaba prohibido por ley que tuvieran trato carnal, bajo pena de azotes a ellas y al 'padre' de la mancebía. De ahí la frase: ¡como puta en Cuaresma! Además, recibían pláticas y sermones de algún predicador cualificado que trataba de convencerlas para que dejaran el oficio, al que ellas llamaban en argot «pico de oro». Nuestro Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, 'el alfaquí santo' de los moriscos, también fue 'un pico de oro', protector de damas de vida descarriada. Las crónicas nos cuentan que «recogía a multitud de putas llegada la Cuaresma y las ochavas de Pascua, para que ni ellas pecasen ni los mancebos desvergonzados hallasen la ocasión de pecar». Las alojaba en una gran sala de su palacio, al lado del refectorio, y allí les daba él mismo una charla diaria en la que explicaba «como el diablo se servía de ellas como acémilas sobre las que llevaba muchas almas al infierno». Tras oír sus razones el mismo cronista dice haber visto «hartas de ellas arrepentidas y ser después honestas mujeres y bien casadas, porque el arzobispo a su costa las dotaba. Y otras de ellas se retrajeron a monasterios y casas de religión, donde en continua penitencia acabaron su vida».
En algunas ciudades, como Salamanca, incluso se sacaba a las chicas de la ciudad para evitar que los ciudadanos se saltasen las normas y las tapias de las casas llanas. El famoso 'Lunes de Aguas', que aún se celebra con gran pompa en esa ciudad castellana, refleja la alegre algarabía que se montaba cuando, después de Cuaresma, salían en procesión multitudinaria a recibirlas de nuevo a las orillas del Tormes. En Talavera, siempre menos rigurosos con las debilidades de la condición humana, cumplían con cerrar las puterías el Miércoles de Ceniza y todos los domingos de Cuaresma hasta Las Mondas, que las mujeres de ellas confesaran obligatoriamente en Semana Santa y llevaran una cédula de ser cierto, firmada por el cura, al señor Corregidor de la villa.