Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Patriotismo y patrioterismo

21/10/2020

Este jueves Vox tiene la oportunidad de demostrar que es un partido serio, que defiende desde el primero hasta el último artículo de la Constitución -algunos modos hacen dudarlo- y que es patriota en el mejor sentido de la palabra, alejado de lo que desgraciadamente hacen gala algunos miembros destacados del partido: patrioterismo. Patrioterismo que se da con frecuencia en los populismos, de extrema derecha y de extrema izquierda, hasta el punto de que, por exageración, por posiciones extremas, por exceso de gestos exacerbados y calificativos grandilocuentes, se cae en el ridículo.

Ese es el mayor defecto de Vox, la exclusión sistemática de todo lo que es ajeno a sus siglas; presentarse como los únicos defensores de España y de lo español, los únicos que defienden su himno y su bandera. Himno y bandera que con frecuencia no son los españoles, sino los que sonaban y se enarbolaban durante la dictadura.

Hay patriotas en los partidos ajenos a Vox, aunque sufrimos hoy en España las consecuencias de contar con un gobierno que se alía con fuerzas políticas inconstitucionales, que han apoyado el terrorismo para tratar de alcanzar sus objetivos o que pretenden independizarse de España. Pero si Vox quiere ser patriota riguroso lo primero que debe hacer es aceptar el resultado de las urnas, como hacen multitud de españoles de izquierda y derecha que lo aceptan aunque les reviente la alianza que nos gobierna. Esa alianza nefasta se combate solo y exclusivamente con las urnas, y lo que debe hacer cualquier partido democrático es sentar las bases para que su proyecto sea convincente, bien construido e ilusionante, para captar posibles votantes.

En Vox se advierten modos de hacer política que producen rechazo. Algunos de sus dirigentes pretenden dar lecciones de una españolidad mal entendida, pecan de exceso de demagogia, y la dirección no hace callar voces que son hirientes por mendaces, por amenazantes y porque quieren romper con un modelo de Estado que se configuró gracias al trabajo de políticos que buscaron lo que unía a los españoles y no lo que les separaba.

Se equivocaría Abascal si este miércoles, aparte de lanzar a la arena a Garrigós para tratar de hacer el sorpasso al PP en Cataluña, no se presentara como un dirigente con un programa que vaya más allá de la descalificación al gobierno, al PP –su adversario-, al Estado autonómico, a la emigración, a los menas y a todo aquello que ha convertido en sus banderas. España está mal, muy mal, pero Vox no puede plantear la moción de censura como un ataque sin cuartel al gobierno, entre otras razones porque sonaría a dejà vu, y además ni Sánchez ni Iglesias sienten sonrojo ante cualquier acusación que les llegue. Si Abascal quiere que la moción no sea un fracaso total, ya puede presentar un programa alternativo que permita pensar que, aunque pierda la moción de censura, Vox es algo más que un partido populista y patriotero.