Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


¿Subvenciones o bajada de impuestos?

01/04/2022

Es obvio que mientras tengamos gobiernos perdonavidas, jamás veremos una bajada de impuestos, así se hunda el mundo. Los gobiernos absolutistas, del corte del que sufrimos, no aceptará jamás perder un ápice de control sobre la sociedad y el mejor cabestro es, obviamente, el dinero. Cuanta más porción de la tarta de la riqueza nacional controle, mayor será su influencia en todos sus aspectos, hasta anular cualquier iniciativa de las personas y convertirnos en mansos rebaños.
Este gobierno tiene únicamente dos fines en su acción: uno es que sus componentes, sobre todo el gerifalte mayor, disfruten de la vida con viajes, coches, aviones, palacios y hasta niñeras pagadas por el Estado; el otro, controlar todos los resortes sociales: qué comemos, qué bebemos, qué aprendemos, qué nos curamos… El Estado diseñado por esta ingeniería social no deja cabo suelto: no aprendan filosofía, no sea que el rebaño se vuelva crítico; no estudien Historia, no sea que descubran que hubo vida antes de Zapatero y no sean cultos, no sea que comparen los grandes hombres de todos los órdenes que ha dado España y la comparen con la zafiedad que propugnan, promulgan e imponen.
Un gobierno sin esa ansia de control, ante la carestía de la energía, habría bajado los impuestos que la graban, en lugar de inventarse una subvención para mayor gloria de quienes nos esquilman. Es obvio que, si el precio de la gasolina venía siendo normalmente de alrededor de 1,20 euros/litro y de ese importe el Estado se lleva entre pitos y flautas un 50%, es decir, 60 céntimos y ahora esa misma gasolina tiene un precio de 1,80 euros, es claro que el Estado se lleva ahora 90 céntimos en litro, es decir, un cincuenta por ciento más. La mayoría de los gobiernos europeos, ante esta situación de precios tan elevados, lo que han hecho es bajar los impuestos, porque al fin y al cabo, aún con la bajada, la recaudación de los Estados no se resiente. El gobierno español no ha consentido bajar un solo punto los impuestos sobre carburantes.
Podrá decirse que va a subvencionar el precio, pero esa subvención, además de ridícula, es farragosa y perdonavidas. Es quitarnos euros para darnos céntimos. Desconozco si será obligatorio que cada vez que echemos gasolina tengamos que hacer una reverencia ante un retrato de Pedro Sánchez o será tan generoso que nos eximirá de tal obligación, pero está claro que el sistema elegido persigue esquilmarnos y que le demos las gracias por la limosna.
Si de verdad tuviéramos un gobierno con un mínimo sentido de Estado, lo que estaría buscando es crear una estructura que nos permitiera cierta suficiencia energética, favoreciendo la inversión y la investigación. Me temo que la inversión, a base de intervenir los legítimos beneficios de las empresas, no va a servir para animar mucho a que los recursos se muevan hacia España.
Pero no es solo la infraestructura de la energía, aunque sea lo que parezca más acuciante en este momento. El agua es otro problema que debería ser objetivo prioritario de inversiones e infraestructuras, porque si el cambio climático es real y al menos sí parece que llueve menos que hace cincuenta años, deberíamos estar ya actuando para evitar que la España seca se convierta en la España desértica. ¿Harán algo a tiempo alguna vez?