La intervención en la Oficina Única va al ritmo previsto

C.M.
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La directora del Museo Sefardí apuntó que, aunque "el proceso dependerá de la dificultad de ciertas adaptaciones del edificio" va por buen camino

La intervención en la Oficina Única va al ritmo previsto - Foto: Ví­ctor Ballesteros

La previsión «no va mal» y la intención del equipo director del proyecto es la de «cumplir los plazos de ejecución» marcados en el pliego del contrato de adjudicación. La directora del Museo Sefardí explicó, sobre los trabajos ya iniciados en torno al proyecto de obra de la Oficina Única de los museos Sefardí y Greco, que «en principio no hay ninguna complejidad» al respecto. Eso sí, aludió Carmen Álvarez a la prudencia porque «todo el proceso dependerá de la dificultad de ciertas adaptaciones del edificio nuevo a una serie de condiciones de contexto».

No en vano, el espacio se reorganiza, y aunque la directora del Sefardí lamentó ‘perder’ el espacio de la biblioteca «en el sentido romántico de la palabra», no dudó en valorar la llegada de «una etapa de renovación» que «también necesita el equipo técnico», y que es esencial para los «servicios intrínsecos y diarios de un museo» que, claro está, «necesitan modernizarse».

De hecho, apreció Álvarez el trabajo realizado por todo el equipo ante el comienzo de una intervención que ha requerido «un cambio espacial y una ubicación provisional en otra sede» y que conlleva «retos técnicos y burocráticos» -liderados por el ministerio de Cultura, el Museo y la dirección facultativa- ante los que «todos estamos arriando el hombro remando en la misma dirección».

Porque, destacó, el objetivo común se centra en «modernizar espacios y ofrecer, en el futuro, nuevos servicios propios de un museo más moderno», por ello ante una actuación tan «positiva», el trabajo se está realizando «con prudencia y sensatez».

El proyecto -adjudicado en julio por 1.650.787,45 euros (IVA excluido) y con un plazo de ejecución de doce meses- se está desarrollando en los tres inmuebles situados entre los museos del Greco y Sefardí, con acceso desde la calle de San Juan de Dios 11 y 13, y la calle Samuel Levy 2, manzana que quedará unificada. Bajo esta

De hecho, se ha decidido afrontar una intervención «sutil, saneando la arquitectura para preparar espacios en blanco en donde continuar un discurso arquitectónico que permita una lectura actual, espacios intermedios donde la ciudad se expande antes de dar paso al nuevo volumen».

Asegura el documento la intención de preservar la traza generada tiempo atrás en el parcelario, amplificando su significado para envolver el nuevo volumen. Para ello se está rehabilitando la arquitectura para situarla en su momento.

Sobre los criterios de intervención, los arquitectos -Fernando Pardo Calvo y Bernardo García Tapia- han planeado un único volumen, sin perder la apariencia de tres elementos en la composición, liberando el espacio privado exterior para mejorar la accesibilidad del edificio. Para ello, se está gestando «una reestructuración general del interior para dar solución a su nuevo uso como edifico administrativo y de biblioteca», así como para cumplir todos los objetivos marcados para unas dependencias que complementan a las instituciones museísticas.

En este punto, el arquitecto Fernando Pardo Calvo apuntó en su día a este periódico que la actuación apuesta por «ofrecer un edificio completo destinado a servicios y que completan los propios museos». Por ello, una vez que los tres espacios tengan la unidad deseada, el lugar acogerá «oficinas, talleres de restauración, un almacén para obras de arte y una pequeña biblioteca».

Sobre la parte externa de este conjunto propiedad del Estado, señaló que se conservan «las fachadas y las alineaciones exteriores» de la misma forma que, matizó, también se «va a conservar y restaurar una sala» a petición del equipo de arqueólogos asignado a las labores de control necesarias en este tipo de intervenciones.

Por supuesto, además de dotar «de unidad al conjunto», el proyecto atiende el aspecto referido a la accesibilidad y a la seguridad en el trabajo adecuando las salas con las instalaciones necesarias.

Arqueología. Gracias a la realización de las catas arqueológicas, tal y como recoge el proyecto de actuación, se pudo rastrear la historia de unos inmuebles que «han sufrido diferentes modificaciones -algunas no muy afortunadas- para adaptarlos a los diferentes usos» que han tenido a lo largo de los siglos, vivienda sobre todo.

De todas estas modificaciones, se contempla «con cierto valor arqueológico las fachadas de corte historicista de la plaza de Samuel Levy de finales del siglo XIX, la Sala Medieval del siglo XV rehecha con añadidos historicistas a mediados del siglo XX, y las arquitecturas existentes en el subsuelo: espacios abovedados y cimentaciones datadas de la Baja Edad Media», sobre las que se fueron construyendo y derribando los sucesivos inmuebles. Por ello, «el estado de conservación de estas bóvedas es en algún caso preocupante».

Con esta intervención, estos inmuebles «volverán a recuperar su carácter unitario, destacando aquellos elementos arqueológicos que revalorizan el conjunto», y generando un nuevo edificio administrativo. Así, aunque no se han localizado reseñas bibliográficas precisas, las catas sí detectaron presencia edificatoria desde el siglo XIII cuyo legado más importante han sido los sótanos y la sala medieval. No en vano, su historia va está ligada a los devenires de la Sinagoga, datada en 1355 después del saqueo por parte de los partidarios de Enrique de Trastámara.

La distribución primitiva de las piezas pueden verse en el manuscrito de Pérez Bayer ‘De Toletano Hebraearum Templo’ de 1752 y conservado en el Sefardí. Tras funcionar como Sinagoga pasa a manos de la Orden de Calatrava y finalmente a las Órdenes de Santiago y Calatrava. Tras el abandono de las mismas, fue convertida en ermita incorporando la espadaña de la fachada meridional. Desde que en 1877 se declara el edificio Monumento Nacional, se retira el retablo cristiano y se acometen reformas en el siglo XX que terminaron con la adaptación del espacio religioso como Museo Sefardí en 1971.