Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


El ensayo

22/03/2022

El silencio se rasgará y dará su mano al sonido. Ambos, sonido y silencio, procesionarán muy pronto por las calles toledanas, y serán la banda sonora de muchos pueblos de España. Traerán el olor a incienso, y el eco de las cornetas y tambores. Sonido y silencio nos acompañan ya estas noches. En estos ensayos de marzo.
Como en la génesis de un torbellino, el pueblo se prepara lentamente para la ventolera de sentimientos que sopla en Semana Santa. Dentro de pocos días, la pasión y el fervor reventarán en cada esquina, en cada alma que anhela la llegada de los días de la Pasión. El esfuerzo de las Hermandades y Cofradías por engalanar y abrillantar aún más esos días, tendrá su recompensa. O quizá no, que ya se sabe de los caprichos del cielo en los días de la Pasión.
Ahora es tiempo de ensayos. De preparación. Y también de reconocer todo ese esfuerzo anónimo por convertir la abnegación, en belleza y pasión. Sin ese trabajo desprendido, pero colegiado, nada sería igual dentro de unas fechas.
Recorrer estas noches las calles del pueblo -de cualquier pueblo manchego-, es bañarse en un río de fatiga y esfuerzo colectivo. De agradecer el sudor y sacrificio de todos aquellos y aquellas, que ensayan sus marchas procesionales tras una jornada de trabajo o de estudio.
De esa labor gratuita, nacen notas musicales que se escapan desde los sitios más apartados. De corrales, naves y plazas de toros que se convierten estas noches en improvisados escenarios de ensayo. Y en todos esos proscenios, labios que se parten en la boquilla de la corneta y rompen el aire.
Multitud de nudillos ensangrentados al rozar la piel del tambor, marcan el paso de anderos y costaleros. El esfuerzo y las lágrimas contenidas bajo la imagen, fraguan una hermandad de eterna comunión. Agarrando y empujando, todos los hermanos son iguales. Cofradía y Hermandad en el sentido más amplio, bello y hermoso. Esfuerzo, fe y devoción en cada paso, en cada arrear de riñones. En cada mirada de apoyo. En cada hombro dolorido. En cada gota de sudor.
Bufandas y orejeras para engañar al temido aire de los idus de marzo. En estas noches frías, el sentimiento de Hermandad y Cofradía nace y renace con más intensidad. De veteranos a noveles.
Labios, dedos y hombros experimentados que, con orgullo y a la vez humildad, transmiten sus consejos a los más neófitos en la confianza de que lo vivido, no se pierda. Es, en estas noches gélidas, cuando la brasa de la Semana Santa convierte la amistad en acero eterno.
El Nazareno, al fondo, ya se deja ver y prepara su salida al compás y ritmo de su caja eterna. Tiempo de agradecer a quienes con su sacrificio de hoy, embellecerán nuestras calles esta Semana Santa, una de las más esperadas que se recuerdan.
Cuando dentro de unos días, las lágrimas y la emoción revienten en las mejillas, el espejo retrovisor de la memoria traerá las imágenes del esfuerzo, cansancio y sacrificio de estos ensayos y de sus noches toledanas. Entonces, en ese momento, haya o no procesión, todo habrá valido la pena.
¡Vamos, valientes!. ¡Al cielo con ello!