Hace unas semanas se publicó la noticia de que Pedro Sánchez había contratado al consultor Aleix Sanmartín, que colaboró con Juanma Moreno en la campaña andaluza y los socialistas creen que fue el responsable directo de la mayoría absoluta del presidente andaluz.

Sanmartín tiene fama de ser especialista en el ataque, aunque no le hará mucha falta si trabaja con y para el sanchismo; a una voz de Pedro Sánchez dando instrucciones sobre cómo acosar al adversario no hay estratega que le gane. Menos aun cuando es evidente que el presidente de gobierno no las tiene todas consigo: la aplicación de las últimas leyes, sobre todo las de Irene Montero y las que él pactó con los independistas catalanes, están teniendo ya pésimas consecuencias. Y más que van a tener.

Hasta mayo, el goteo de violadores y malversadores favorecidos por esas leyes va a ser continuo, así que los miembros del Ejecutivo, a la llamada a rebato del presidente, han dejado de lado sus funciones ministeriales para dedicarse en cuerpo y alma al asunto castellano leonés, como su ello les fuera la vida. Que les va, porque si se celebraran elecciones en este momento es muy probable que los hombres y mujeres de Sánchez tendrían que buscarse otro trabajo.

Cuanto peor le va a Sánchez, más se revuelve contra el PP. Porque a pesar del habitual triunfalismo del propio Sánchez y sus terminales mediáticas, le va solo regular. En Davos, por ejemplo, no ha sido recibido como esperaba. Ni siquiera los banqueros y empresarios españoles le bailaron el agua; acudieron a una reunión, la de la foto que aparece en todas partes, pero no a la segunda. Y aun así hubo deserciones importantes. Además, varias autoridades europeas dieron un toque de atención a España porque algunas de las decisiones de gobierno abundan en el deterioro del mundo empresarial y banquero, lo que repercute directamente en la economía del españolito de a pie.

La mejor estrategia electoral es la del candidato que no miente, que asume sus errores, que forma un equipo en el que estén los mejores en lo suyo y que además se comprometan a decirle las versades del barquero aunque duelan, no le bailan el agua. El mejor estratega electoral es el que, además de experiencia, conoce a su cliente tan bien como a su adversario, , y evita todo lo que puede las reacciones que no comprenden los votantes. , La lucha de recursos y contra recursos en la que están metidos los socialistas en Castilla y León, contra una ley que no está aprobada y al parecer ni siquiera escrita, es un disparate.

Pero por encima de todo, el mejor estratega electoral es el que le insiste al candidato que lo último es el engaño, la mentira. Porque siempre se acaba pillando, y pasa factura. Y ahí, Aleix Sanmartín va a tener duro meter en cintura a su cliente.