Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


La corbata y la tristeza

03/08/2022

Todo iba bien para los intereses del Gobierno. Su jefe, Pedro Sánchez, había sacado un gráfico en el que demostraba que sin la excepción ibérica al tope del precio del gas la electricidad y la inflación serían todavía mayores; había identificado a los presidentes de Iberdrola, del Santander y de la CEOE como insolidarios y catastrofistas y si protestaban era porque "vamos en el buen camino", y había anunciado que se aprobaría un paquete de medidas de ahorro energético para cumplir con nuestra parte de solidaridad con el resto de países de la UE amenazados por el corte del gas ruso, también con excepción ibérica. Entonces, a algún gurú de la comunicación se le ocurrió la idea de que recomendara que no se usara la corbata para reducir el consumo de energía y todo el esfuerzo didáctico y empático se fue por el desagüe. La corbata se hizo carne de meme y la frivolidad se enseñoreo del debate sobre el ahorro de energía.  

El primer paquete de medidas para el ahorro energético en los próximos dieciséis meses tiene tanto sentido común que hasta se queda corto. El principal esfuerzo lo tendrán que hacer las Administraciones Públicas, que tendrán que apagar las luces y regular los termostatos para que no haya que ir con algo de abrigo en verano y con ropa liviana en invierno, y las empresas grandes, medianas y pequeñas que no se entiende como no han tomado con antelación la decisión de apagar sus luminosos o sus escaparates fuera de las horas de comercio para ahorrar en la factura de la luz.  

En cuanto a los ciudadanos y sus familias, las exigencias se convierten en recomendaciones. Por supuesto cada cual puede hacer de su capa un sayo y basta que un gobierno, cualquiera que sea su signo, realice una sugerencia para que surja una corriente de reacción en contrario, aunque la generalidad dé muestras de comportamiento cívico y solidario, además de ahorrador, más si va seguido o precedido de campañas de educación y concienciación. Y cabe preguntarse como los integrantes de generaciones anteriores, y sobre todo la del 'baby boom' que se encuentra en el proceso de jubilación, lograron sobrevivir a veranos extremos antes de que se generalizara y democratizara el uso del aire acondicionado.  

Las medidas de ahorro energético aprobadas ahora son un avance del plan de contingencia que se ha de presentar en Bruselas el próximo mes de septiembre y ni tan siquiera estas le han parecido bien a la lideresa del 'no es no' a cualquier iniciativa procedente del Gobierno, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que se ha declarado en rebeldía a su cumplimiento, porque considera que apagar las luces de comercios y empresas "genera inseguridad y espanta el turismo y el consumo" y "provoca oscuridad, pobreza, tristeza…".  A Ayuso no le cuesta ningún trabajo acudir a un populismo sentimental, a un neoliberalismo de catón y a la evidencia palmaria, sin tener en cuenta que a las diez de la noche poco negocio hacen los comercios y que los ciudadanos quieren las calles iluminadas por las farolas municipales. Como en otras ocasiones, se muestra más preocupada por las consecuencias que por las causas de un problema que se encuentra en la combinación de energías caras y temperaturas extremas: guerra y cambio climático del que es negacionista, además de contradecir las propuestas, similares a las del Gobierno, de su jefe de filas.