Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Bots

04/03/2021

Son demoledoras las cifras registradas en febrero de paro y afiliación a la Seguridad Social publicadas por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, a las que añadir el elevado número de trabajadores acogidos en un expediente de regulación temporal de empleo. A tenor de estos datos, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) ha revisado a la baja sus estimaciones, anticipando un nuevo retroceso de la economía española por la acusada caída de la actividad debida, en su mayor parte, por la pandemia.
Esta mala temporada de nuestra economía coincide con la aceleración de la digitalización y con la conquista del mercado laboral por la inteligencia artificial y los robots, lo que deriva en la automatización de muchos trabajos. España, de hecho, está entre los países, según las perspectivas de la OCDE, que cuenta con un mayor porcentaje de empleos que tienen la probabilidad más alta de ser automatizados en los próximos años.  Unos lo contemplan como una oportunidad para emplear el capital humano en puestos de trabajo de mayor cualificación que reportan mayores beneficios y, por tanto, mejores condiciones laborales, pero otros predican que esta tendencia nos aboca al desempleo tecnológico y al paro estructural porque no habrá empleo para las personas que sean desplazadas por las máquinas.
Grandes obras pictóricas nos recuerdan muchos trabajos pesados y rutinarios que han sido sustituidos por las maquinas gracias al avance de la tecnología. Hilanderas, lavanderas, planchadoras, segadores, los acuchilladores de parqué de Caillebotte, que a pesar de su perfección académica fue rechazado por representar un vulgar tema obrero en el Salón de 1875, o los picapedreros de Courbet que denuncia las condiciones del trabajo proletario. Hiladoras, robots de lavado y planchado, cosechadoras, lijadoras o apisonadoras fueron inventos que no solo redujeron las pesadas tareas manuales, sino que crearon empleos para fabricar estas máquinas industrialmente, distribuirlas, venderlas, repararlas, así como para dirigir y administrar esas nuevas empresas.
En general, cuando no hay que ocuparse de las rutinas, las cuestiones del trabajo que precisan mayor cualificación adquieren mayor importancia. La digitalización de los textos que tan útil resulta ahora a los estudiosos de la obra cervantina le habría venido de perlas al propio Cervantes para gestionar su talento y los cambios, según escribía, de capítulos y escenas. Así, puede que hubiera evitado tener que explicar en la siguiente edición que fue el galeote Ginés de Pasamonte quien había robado el rucio de Sancho y cómo este lo había recuperado.
Hoy tenemos bots, aféresis de robot, aplicaciones de software que operan en Internet para hacer tareas repetitivas. Basados en el machine learning identifican patrones complejos en millones de datos con los que van afinando ellos solos progresivamente su desempeño. Capaces de buscar un destino o una canción, atender reclamaciones de clientes, reservar un hotel, predecir incidencias de mantenimiento, pedir un taxi y hasta de ser tu amigo, aunque en este caso como aprende de quien le habla debe ser predecible y bastante aburrido.
Si los humanos seguimos cultivando el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de resolver problemas, no habrá bot que nos alcance.